↠Capítulo 3. "Daño"

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Rowan.

Mi cabeza punza en un dolor agobiante, se siente como si clavaran miles de alfileres en toda su extensión. Taladrante sería una buena palabra para describir esto que siento ahora mismo.

Percibo mis extremidades como si estuviesen envueltas en algodón, es como si yo flotara entre el limbo y la vida. Un pinchazo profundo se extiende desde mi nuca hasta el final de mi columna vertebral, jadeo bajo por la sensación.

Dos hombres altos refuerzan su agarre en mis antebrazos, casi siento mis venas palpitar por la fuerza de sus dedos. ¿Qué mierda?¿A dónde me llevan? No comprendo nada de lo que ocurre.

El frío se cuela por mi camisa a cuadros que está abierta, el top negro que llevo debajo deja parte de mi abdomen al descubierto y el aire helado choca con mi piel.

Oigo el sonido de una puerta al abrirse, tardo un poco en enfocar mi vista a mi alrededor. Durante estos minutos, mis ojos han estado en negro, como si hubiera quedado ciega o algo los cubría sin que yo me percate de ello.

La habitación frente a mí es inmensa. El techo es altísimo, de madera y en forma de cúpula, en él están pintadas unas pinturas que no logro distinguir cuáles son, pero llego a apreciar que se tratan de un campo de tulipanes oscuros con una mujer de cabello rojizo olfateando uno de ellos. De este techo cae un precioso candelabro de cristal con velas de color morado oscuro.

Mi vista se detiene en las paredes, hay más pinturas al óleo que retratan lo que parece ser una guerra. Veo muertes, una lucha constante y en el cuadro final, a una pareja de un hombre y una mujer con coronas en sus cabezas.

No hay mucho más aquí, hacia el fondo encuentro unos cuatro escalones de mármol y dos tronos que se alzan, los respaldares son de un tono azulado oscuro, con detalles en plateado y una corona negra en la cima.

En uno de esos tronos se halla sentada una mujer de no más de veintitantos años. Una de sus piernas está cruzada por encima de la otra, un bello vestido de seda violeta oscuro envuelve su cuerpo, el escote en forma de corazón con detalles de hilos dorados y las mangas de tul me hacen preguntarme cuál sería el costo del vestido.

Me detengo en el rostro de la mujer y el cigarro que lleva a sus labios. Sus ojos grises son penetrantes, casi que reflejan su malhumor. El cabello rubio lo lleva lacio y cae por sus hombros con una elegancia que asombra, sus labios están teñidos de un rojo vino mientras esbozan una leve mueca de disgusto.

—Señorita, ella es la humana que encontraron en la frontera con el imperio Khiat —anuncia uno de los hombres que me sostiene, siento como su mirada asesina se fija en mí.

Ambos hacen reverencia ante la mujer.

Trago saliva, la serenidad se mantiene en mi cuerpo.

—Bien, pueden dejarme sola con ella —ordena una voz firme y femenina, pero suave—. Ahora y gracias.

Los hombres no emiten palabra alguna mientras se retiran por las grandes puertas que abrieron en un principio.

Oigo unos zapatos de tacón fino aproximarse hacia mí, por alguna razón, mi mirada se mantiene clavada en la puerta. No estoy segura de si la mujer que he visto en ese trono me atacará o no, no parece estar muy a gusto con mi presencia.

—¿Cómo llegaste hasta aquí? —su tono melódico y serio se oye más cerca, diría que a menos de un metro de mí.

—No... No lo sé —murmuro bajo, casi inaudible. Mi garganta pica por el nerviosismo.

Mantengo los ojos fijos en el suelo, el contacto visual con las personas me incomoda a más no poder y lo único que quiero hacer es esconderme bajo tierra cada vez que me veo obligada a cruzar mis ojos con los de alguien.

Siniestra nebulosaKde žijí příběhy. Začni objevovat