Capítulo 20. "Primera herida"

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Preparen los pochoclos/palomitas y una buena gaseosa, porque se viene intenso este capítulo. 7000 palabras para que disfruten.

Resumen de este capítulo: montaña rusa emocional.

TW: este capítulo contiene escenas de maltrato físico y psicológico, con abuso sexual no descrito explícitamente. También se describen emociones como la ansiedad, la desesperación, el dolor o la tristeza.
Al igual que en la advertencia de contenido, se recomienda discreción.

Rowan.

—¿Rowan?¿Qué sucede? —la voz de Chrystel me distrae, golpea las puertas con preocupación—. Te escuché gritar. 

—Ayúdame, Chrystel —le pido, temblorosa. Ella no duda en entrar a la habitación de Luciale y se paraliza al encontrarme con su mejor amiga sobre la cama, en un estado entre la inconsciencia y la vida—. No sé qué pasó. Se desmayó en mis brazos, yo...

—¿No te hace daño? —capto que su pregunta se refiere a la bruma que me rodea al igual que a Luciale y niego en silencio—. Traeré a los Arino, no te muevas de aquí e intenta que regrese a la realidad. 

—¿Qué tiene? —mi voz se oye desesperada, a lo que Chrystel niega repetidas veces—. ¿No sabes que tiene? 

—No, Rowan. Podemos ser muy amigas, pero ella nunca me cuenta nada. ¡Imagino que su familia sabe de esto!¡No te vayas a ir de ahí, por favor! —habla mientras se aleja, cada vez sus palabras se oyen más fuertes, pues la distancia distorsiona lo que dice. 

Suspiro profundo antes de regresar mi atención a la mujer inconsciente en la cama, sus ojos grisáceos reflejan la pérdida del control de su cuerpo, como si estuviera en un estado de trance del que no puede huir. Paso mis dedos por su cabello rubio para peinarlo, en un vacuo intento por tranquilizarme. Estoy al borde del llanto, sucumbiendo a la desesperación, el miedo y la ansiedad. 

Respiro, me fuerzo a respirar de forma normal. Inhalo profundo y exhaló repetidas veces, recuerdo el consejo que me dió ella esa vez sobre buscar cosas que pueda percibir a través de mis sentidos y es entonces cuando el olor de su perfume me invade. 

—Lu, ¿Puedo entrar? Por favor, quiero ayudarte —susurro sobre su rostro, sin detener a la lágrima traicionera que escapa de uno de mis ojos y cae sobre su nariz, eso parece hacerla reaccionar. Su mano atrapa mi brazo con delicadeza, impide que me aleje—. ¿Eso es un sí?

Por un efímero instante, juraría que sus ojos grises me observaron con ese brillo tan extraño que le he visto desde el primer día en que nos vimos, juraría que por un instante volvió a ser ella y no esa mirada vacía que obtengo de su cuerpo en este instante. 

Los pasos de los familiares de Luciale se aproximan a la habitación, luego son reemplazados por un silencio tortuoso hasta que oigo los tacones de Dríhseida y los zapatos de Vorkiov acercarse hacia mí. 

—¿Estás bien, Rowan? —me interroga Dríhseida, sin apartar la vista de su hija. Pareciera estar acostumbrada a que esto suceda—. ¿La oscuridad no te hace daño? 

—¿Eh? No, yo... estoy bien, físicamente hablando, claro —me pongo de pie con mucho esfuerzo, pues no quiero apartarme de la mujer a la que le prometí, sin que ella lo sepa, compartir el resto de mi vida a su lado—. ¿Qué tiene Luciale, señores?¿Es algo muy grave? 

—Me encantaría decirte que no, Rowan, pero lamentablemente sí —murmura Vorkiov con la voz apagada, sus facciones se tiñen por la angustia y el dolor de ver a su hija en este estado—. La última vez tardó días en despertar. 

Siniestra Nebulosa [1. Saga Divina Inmortalidad]Where stories live. Discover now