Capítulo 32: Explosión

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Habían pasado un par de semanas después de la conversación que mis hermanas y yo habíamos tenido con nuestra madre, en la cual me sentí realmente orgullosa de ellas por enfrentar a doña Alaska finalmente.

La verdad es que ni yo sabía que ellas querían dedicar sus vidas a las profesiones que mencionaron, motivo por el cual me pareció muy valiente que lo confesaran. Sin embargo, desde ese día había algo que me estaba atormentando: Kenya...

Su reacción fue muy extraña y preocupante. Era obvio que ella no estaba feliz con su carrera como modelo, pero algo me decía que ese asunto no era lo único que la perturbaba, pero estaba segura de que no me revelaría el verdadero motivo.

Desde niña Kenya siempre aparentaba alegría y tranquilidad. Incluso cuando las cosas iban mal, ella se esforzaba por fingir que todo estaría bien para que sus hermanas pequeñas estuvieran calmadas, pero al parecer Kenya se perdió en ese mundo de apariencias y ahora es incapaz de salir...

—¿Bel, estás bien? —preguntó Austria, quien iba manejando el auto mientras yo miraba distraídamente los árboles.

—Sí... —musité, regresando mi atención al interior del vehículo.

—Algo te preocupa, ¿cierto? —prosiguió.

—No es nada... —mentí.

—Sé que no soy Paris, pero puedes hablar conmigo... —se ofreció, pero me mantuve en silencio—. Supongo que no estás así por mamá —comentó—. Te dejó salir con tenis y jeans de la temporada pasada. Eso es un gran avance —bromeó.

—Pues sí... —admití con una sonrisa—. Jamás pensé que sucedería.

—Mamá ha hecho un gran esfuerzo en los últimos días —reconoció y yo asentí, puesto que tenía toda la razón.

Sabía que para ella era difícil aceptar algo ajeno a su mundo, pero lo importante era que lo estaba intentando.

—¿Ya no está preocupada por el hecho de que te van a desfigurar en el ring? —me burlé—. Lo mejor será que estaremos en primera fila para verlo.

—Yo seré la que desfigure rostros, chica lista —replicó—. Y probablemente el tuyo sea el primero...

—No a la violencia —emití pacíficamente y Austria esbozó una sonrisa de suficiencia.

—Ahora en serio... ¿Qué te pasa? —insistió en saber—. Estabas ansiosa por venir a la fiesta de cumpleaños de la mamá de Will. ¿Qué pasó?

—Estoy preocupada por Ken... —confesé finalmente y su expresión se tornó seria.

—Yo también... —admitió, lo cual provocó que la mirara, expectante.

—¿Te ha contado algo? —indagué.

—No... Ese es el gran problema de Kenya. Siempre se traga sus sentimientos para que los otros estén felices. Se sacrifica por el bienestar de los demás... —opinó, ceñuda.

—¿Entonces por qué estás preocupada concretamente? —pregunté.

—¿Recuerdas que la semana pasada fuimos a comprar su vestido de novia?

—Sí, claro. Fue memorable el hecho de que mamá no me forzara a ir —comenté con cierto sarcasmo.

—Pues... Ken no se veía muy bien... Se supone que para una mujer que está planeando su casamiento el momento de probarse su vestido de novia debe ser feliz, pero ella no lo estaba...

—¿Crees que se está casando con Évett para complacer a mamá? —aventuré con melancolía.

—Creo que lo está haciendo para complacer al mundo entero. Kenya ha vivido con la presión de ser famosa desde que era una niña. Los demás esperan algo de ella todo el tiempo. Yo respeto, amo y admiro a Ken, pero siempre critiqué su falta de valor para enfrentar al mundo.

BÉLGICA [R1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora