Capítulo 7: La dupla

192 40 24
                                    

Finalmente era sábado y eso significaba que debía ver a Caleb para confeccionar el trabajo de Biología, pero después del suceso del baño no me quedaban muchas ganas de ver su cara.

Como conocía demasiado a mis hermanas, sabía que si lo llevaba a casa comenzarían a burlarse y molestar preguntando si era mi novio. Mi madre, al escuchar el rumor, se entusiasmaría y se sumaría al incordio. Silvia, nuestra empleada, es chismosa por naturaleza, así que se uniría también. Sería un ejército en mi contra, así que lo más sabio sería evitar todas esas molestias. Por tanto, decidí trabajar en su casa, pero apenas toqué el timbre me arrepentí.

¿El motivo?

Era bastante concreto y sencillo.

Cuando me abrieron la puerta lo primero que vi fue a Caleb, pero no era el Caleb este normal e idiota al que estamos todos acostumbrados. Era un Caleb despeinado, agitado y, la peor parte, estaba solo en calzoncillos.

—Te estaba esperando, musa...

Esto no será tan fácil como pensé...

—Caleb... —logré articular cuando entré mientras él cerraba la puerta—, ¿qué haces vestido así? —añadí, moviendo el brazo para señalar su inadecuada (o debería decir inexistente) vestimenta mientras enfocaba el grandioso candelabro que colgaba del interesante techo.

Yo creo que esa diminuta prenda le queda maravillosamente... realza sus cualidades...

Tú cállate, pervertida.

—No sabía que estabas a punto de llegar —se justificó, encogiéndose de hombros.

—Te envié un mensaje diciendo que estaba a punto de llegar —repliqué, escéptica. Era obvio que lo hizo para fastidiar.

—Detalles —declinó mi argumento con un movimiento de la mano y yo suspiré con derrota—. Lo importante es que llegaste... —añadió, avanzando en mi dirección.

—Tu casa es muy hermosa —desvié el asunto que estaba a punto de iniciar el chico que caminaba hacia mí.

—Igual que tú —opinó.

—¿Sabes tocar el piano? —pregunté al ver uno en la enorme sala de estar.

—Sé tocar muchas cosas... —insinuó, aproximándose mientras yo retrocedía.

Oh, sí, papacito, venga con su mami...

—Caleb... —murmuré con el corazón agitado cuando mi trasero tocó el sofá, concluyendo con mi espacio para retroceder, lo que propició que el susodicho colocara sus manos en el mueble, acorralándome mientras esbozaba una sonrisa torcida teñida de diversión.

Por alguna razón estaba nerviosa, pero no asqueada ni irritada.

Te gusta...

Durante todo su trayecto sostuve su mirada penetrante, pero a la vez divertida, la cual continuaba atravesando mis iris color chocolate, sin embargo, ahora se había esfumado ese brillo de diversión tan característico. Ahora había algo más...

Caleb comenzó a acercar su rostro al mío mientras contemplaba mis labios. Yo, por mi parte, me mantuve muy quieta. No hice ningún ademán de querer besarlo, pero tampoco me aparté. ¿Eso quiere decir que quería que él me...?

¡Que te succione hasta el apéndice!

Nuestros alientos se entremezclaban y mi corazón parecía haber atravesado un maratón. Cuando la cercanía de sus labios era inminente tragué con fuerza, pero de pronto se apartó y fue...

BÉLGICA [R1] Where stories live. Discover now