Capítulo 20: Abrazando el sonido

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Después de la noche de la fiesta de Halloween me quedé preocupada con respecto al chico tatuado que vi.

¿Y si realmente era Kai?

Pero eso no tenía demasiado sentido.

¿Acaso Calvin lo conocía y lo había invitado?

Debía preguntarle.

Calvin no toleraba a Caleb, así que no tenía sentido que invitara a un conocido suyo. Sin embargo, tal vez Kai era enemigo de Caleb, lo cual haría que tanto Calvin como Kai tuvieran algo en común y eso hacía que la situación fuese incluso peor.

Tenía que interrogar a Caleb. Necesitaba saber quién era Kai realmente. Solo así podría dejar mi paranoia, de lo contrario me consumiría.

Justo con ese objetivo decidí ir a su casa después del instituto, lo cual generó un notable entusiasmo en él cuando se lo pedí.

Probablemente pensó en algo pervertido.

Se decepcionará cuando sepa que fui a interrogarlo debido a mis sospechas sobre Kai.

Al llegar, me detuve frente a la puerta y respiré hondo para luego tocar el timbre con la esperanza de que no me abriera su madre. Esa mujer no me agradaba en lo absoluto y después de todo lo que me dijo la noche en que fuimos al restaurante solo podía saludarla porque es la madre del chico que me gusta.

—Te estaba esperando, musa —emitió Caleb, abriendo la puerta con expresión pícara, lo cual me hizo sentirme aliviada. Tal vez esa señora ni siquiera estaba en casa.

—¿Puedo pasar? —Arqueé una ceja, divertida.

Algo que me encantaba de Caleb era que siempre me hacía sentir mejor. Incluso cuando todo era triste y sombrío, Caleb representaba un rayo de luz en mi vida.

—Claro, estaba ansioso por que llegaras —confesó, cerrando la puerta cuando entré y enfoqué sutilmente su torso desnudo—. Debo admitir que estoy muy intrigado por el motivo de tu visita... —agregó.

—¿Ya quieres que me vaya? —repliqué, sonriente.

—Sabes que no —respondió con seriedad—, aunque es extraño que seas tú quien venga a mí, pero también debo admitir que me encanta... —añadió, avanzando hasta quedar frente a mí para sujetar mis brazos con suavidad mientras posicionaba su frente sobre la mía.

—No fue a nada de eso a lo que vine aquí, Caleb —aclaré, apartándome, nerviosa ante su cálida cercanía.

—Era demasiado bueno para ser verdad... —opinó él para luego agarrar su camiseta en el sofá y después ponérsela—. Siempre estoy feliz de verte, pero la verdad es que estoy decepcionado de que no hayas venido a darme tu amor salvaje —dijo teatralmente, haciéndome soltar una carcajada.

—¿Mi amor salvaje? —repetí entre risas.

—Si quieres, lo describo de una forma más explícita... —ofreció, cambiando su semblante dramático por uno pervertido.

—No hace falta... —descarté su propuesta antes de que se pusiera a decirme todas las posturas del kamasutra—. ¿Qué estabas haciendo? —desvié el tema.

—Estaba tocando el piano —respondió.

—¿En serio? ¿Puedes mostrarme? —pedí, emocionada.

—Yo a ti te mostraría hasta los lugares donde la luz del sol no me da, musa —respondió pervertidamente.

—Caleb —lo regañé.

—Ya voy, ya voy —dijo dramáticamente mientras avanzábamos hasta el piano.

BÉLGICA [R1] Where stories live. Discover now