Capítulo 2: Colisión

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—¿Bel? —emitió Paris, extrañada, al verme llegar a casa con cara de toro a punto de embestir—. ¿Por qué traes el uniforme del club? ¿Y tu ropa? —me acribilló a preguntas mientras entraba y comenzaba a caminar de un lado a otro en la sala—. ¿Qué pasó?

—¿Qué pasó? —repetí—. ¡Ese maldito chico del club pasó! ¿Puedes creer que el muy hijo de sus progenitores se metió conmigo, se robó mi ropa y huyó? —expliqué entre la rabia y el escepticismo.

Aún no comprendía por qué rayos había robado mi ropa. No recuerdo cómo lucía porque estaba ebria, pero alguien que pueda pagar ese club no tiene la necesidad de robar para vivir. Afortunadamente el joven que debía abrir el bar hoy en la mañana tenía de casualidad un uniforme femenino, de lo contrario tendría que haber regresado a casa envuelta en un mantel.

—Espera, Bel... ¿te acostaste con él? —indagó Paris, bajando la voz mientras se acercaba con complicidad.

—Eso fue lo único que escuchaste de todo lo que dije, ¿verdad? —supuse con el entrecejo hundido.

—¿Eso es un sí? —buscó una confirmación con una sonrisa maliciosa.

—Pues... la verdad es que no lo recuerdo. Bebí demasiado anoche. Ni siquiera recuerdo la cara del aborto fallido ese —refunfuñé—. Solo sé que cuando desperté en el sofá había sangre.

Durante toda mi explicación Paris se limitó a escuchar en silencio con expresión ligeramente sorprendida para finalmente soltar de forma dramática, escandalosa y excesivamente exagerada:

—¡AL FIN!

—¡Paris! —la regañé.

—Perdón... es que me emocioné —se disculpó, sonriendo con cara de quien no parte un plato—. Pero me alegra mucho que finalmente pasara y estoy especialmente feliz porque no fue con el estropajo de Calvin —opinó con desdén, refiriéndose a mi único ex mientras yo sonreía ante su ocurrencia.

—No entiendo por qué nunca te agradó Calvin —comenté.

—¿En serio me lo preguntas? —replicó y yo bajé la mirada, pues sabía perfectamente que se refería a su infidelidad—. Además, era indigno de ti. Era un estropajo, un adefesio, un traste impróspero... —comenzó a citar insultos.

—Ok, ok. Ya no estoy con él, no hay necesidad de seguir con tu larga lista de apodos —la detuve entre risas, pues no era la primera vez que lo ofendía. Al parecer, lo disfrutaba.

—Ok, me detendré... por ahora... —agregó con su sonrisa malévola—. Solo lamento que no recuerdes el rostro del chico que fue tu primera vez.

Me limité a bajar la cabeza ante sus palabras. A pesar de todo, me daba curiosidad.

—Bel... —llamó mi atención —, ¿no recuerdas de qué tamaño la tenía?

—¡Paris, eso es lo menos importante en todo este asunto! —exclamé, intentando sonar indignada, pero lo peor era que sus comentarios me divertían.

—Tienes razón... como dicen por ahí: lo importante no es el tamaño del barco, sino el movimiento de las olas —bromeó mientras hacía un movimiento pélvico de lo más sugerente, lo cual me hizo sonreír mientras torcía los ojos.

Era increíble que esa misma chica que se comportaba como albañil fuera una diosa de la moda en las redes. Aunque no la juzgo, yo siempre me comporto como albañil.

—Bueno, si me disculpas, subiré a tu habitación para seguir durmiendo antes de que todos despierten —se excusó en medio de un bostezo, lo cual me hizo fijarme en el reloj: eran las 7:20 a.m.

BÉLGICA [R1] Where stories live. Discover now