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—Disculpa, ¿qué?—

Terminó la llamada antes de que el ruso siquiera pudiera seguir con su regaño.

Si bien estaba dispuesto a ayudar a su mejor amigo y hermano de otro padre, preferiría tomarse las cosas con calma. Realmente no es como si tuviera prisa alguna (de hecho, sí), así que podría hacer un par de cosas antes de comenzar con su reto personal de la semana.

Apenas sí había llegado a su nuevo apartamento, y quería acoplarse lo más rápido que pudiese.

Sería una nueva experiencia el vivir solo, bueno, no completamente. Pero el salir del manto familiar de su padre ya era un gran paso, a pesar de ser un adulto formado.

Emocionado, y en parte nervioso, se dispuso a dar una vuelta al lugar. No estaba para nada mal, incluso el instinto interno suyo le decía que era probable en algún momento lo llegue a percibir como un hogar.

De no ser por un insignificante "detalle".

De todas las puertas que había abierto para identificar el área, la última que abrió lo dejó con un amargo sabor de boca.

Apenas sí se adentró al último cuarto, logró visualizar ni más ni menos que al polaco con el cual compartía vivienda.

La reacción del otro no se hizo esperar, provocando un gesto incómodo en su rostro, contagiando el ademán con Alemania.

Lastimosamente, la mente de éste último se terminó bloqueando, causando que ambos se quedaran observando de manera un tanto extraña. Y para su infortunio, ninguno sabía el como reaccionar.

Uno estaba demasiado metido en su mente mientras recalcaba el error de no haber tomado en cuenta de que Polonia podría haber llegado antes de su persona, y el otro solo se sentía abrumado al tener la mirada del germano encima, que aparentaba tener su vista clavada en él sin intenciones de dejarlo ir.

Bueno, solo a su interpretación personal.

A pesar de aquello, la tensión que se empezaba a formar, escalaba de manera lenta en tanto los segundos seguían avanzando.

Querían morir.

—Ehm. . . ¿Puedo ayudarte en algo?— Cuestionó, estaba llegando al punto de que estaba sudando frío por el considerable pánico que se apoderó de su cuerpo.

Finalmente, consiguió escapar de su propia prisión mental, reaccionando y agitando las manos mientras retrocedía de manera lenta —No, lo siento mucho, no quise-. . . Adiós.— Y sin algún otro obstáculo entre medio, cerró la puerta.

Sentía como su corazón quisiera escapar de entre sus costillas, esa experiencia le dejó en claro que no estaba hecho para aguantar la más mínima adrenalina, ni siquiera la de una situación cotidiana.

Que sistema tan débil.

En fin, comenzar con su investigación no parecía mala idea ahora.

Debía mantener ocupado su cerebro antes de que lo volviera a apuñalar por la espalda.

. . .

No sabía como, pero en muy poco tiempo esa poco reducida sala de estar se había convertido en un embrollo lleno de papeles, notas adhesivas y alfileres.

De verdad que aquel folder con la "corta y resumida" información acerca de la última reunión tenía muchos más datos que la organización omitió. Capaz por pereza o con algún propósito en específico.

Alemania, en un intento de tener todos los montones de papeles organizados, solo se limitaba a escribir no tan extensos resúmenes por cada hoja. Y algunas que llamaban su atención más que otras solo las colocaba con alfileres en un pizarrón de corcho.

Una de ellas fue el siguiente documento:

"Debido a la falta o escaza colaboración monetaria por parte de los países Latinoamericanos, del continente de África y parte de Asia, se tendrán que tomar cierta cantidad de dinero de la aportación de Angloamérica y Europa.

Se deberán de acoplar a la economía que se tiene actualmente para este proyecto.

Por este motivo, se les agrupará de dos a cuatro naciones las cuales tendrán que convivir en el espacio que se les proporcione."

Al menos descubrió que su hermano no hubiera tenido un compañero de cuarto y una actual miserable vida si todos hubieran puesto la cantidad que se les solicitó en un comienzo.

No le servía de nada, pero era más que nada interesante.

A pesar de esto, apenas sí llevaba leyendo las primeras diez páginas y fue lo único resaltable que pudo rescatar dentro de tantas palabras inservibles y basura. De todas maneras, debía seguir, aún le quedaban por lo menos una noventa y siete páginas por delante.

Quizás estaba demasiado concentrando en sus asuntos, o en evitar pensar en aquella bochornosa situación que su mente insistía en repetir para auto-humillarlo.

Pero gracias a cualquiera de los dos factores, en ningún momento se percató que el de tierras polacas se encontraba tras de él hace un buen y largo rato, observando de manera casi imperceptible su trabajo. Y no lo hubiera descubierto de no ser por el ruidoso sorbo de la bebida casi vacía del último. Incluso Polonia se espantó. No por el sonido que generó, sino porque un germano volteó su figura repentinamente rápido a su dirección.

Un mini infarto para el bicolor.

Y de nuevo aquel choque de miradas que volvía cualquier lugar en donde estuviesen en un campo de batallas visual.

En donde la tensión era la principal invitada y más importante espectadora.

Pero Polonia no iba a permitir que eso pasara de nuevo. Hablando de la ligera ansiedad que le generó luego de que el germano cerrara su puerta.

—Lo siento, no quise incomodarte.— Bajándose de la barra en donde se encontraba sentado, intentó sonreír a quien "interrumpió" su hora de calma. —Pero me preguntaba, ¿qué estás haciendo?—

Echando un efímero vistazo a su avance, jadeó resignado.

—Intento ayudar a Rusia. Estoy seguro de que debe de haber una manera de poder lograr cambiarlo de roomie o anular el contrato que sus mandatarios firmaron sin su consentimiento.— Ya en parte exhausto, cayó en el sofá donde tenía más investigaciones al respecto. Aunque esta vez los dejó de lado, restando importancia si algún documento se llegase a caer.

—Y todo porque no soporta estar con U.S.A.— Soltó por último.

Polonia no podía estar más indiferente con el pensamiento y caprichos del ruso, pero estaba más interesado en Alemania con respecto a ese tema.

Honestamente parecía que a pesar de ser un brillante analista, su mente se enfocaba demasiado en una sola cosa, y provocaba que su desgaste mental afectara a sus energías.

Pensando breve en si estaba tomando una buena decisión, se dirigió a la cocina sin mucho apuro, sacando un par de cosas de los gabinetes. Y no pasó demasiado cuando se acercó a la federación, sentándose en el estrecho espacio que dejó en el sofá.

—¿Café?—

El otro, al oír las palabras del europeo mayor, se sentó al instante. 

Y sin dudarlo tomó la taza entre sus manos.

—¿Lo hiciste tú?— Su rostro de impresión fue algo que causó gracia en el bicolor, puesto que notó que observaba con detenimiento la pequeña figurita de un pastor alemán dibujada en la bebida.

La república asintió como respuesta luego de admirar sus expresiones.

El alemán solo le brindó una sonrisa cansada, para después dar un sorbo de la taza.

—Eres un muy buen barista.— Paró un momento para poder mencionarle aquel peculiar frase, y al terminarla prosiguió con sus acciones.

Polonia solo fijaba sus ojos en su propias manos, jugando con ellas de a ratos y manteniendo una sutil risa en su labios.

Eso le agradó, y mucho.

—Gracias.—

пошел на хуй [AMERUS/RUSAME]Where stories live. Discover now