CAPÍTULO 5

113 38 70
                                    

Maratón 1/3

Me siento en una de las bancas del jardín trasero de la recepción evitando a Lluvia, no soporto el lugar y para ser realista no soporto a nadie, creí que cuando ya no me encontrase bajo el yugo de Marcél mi amargura se esfumaría, pero sigue aquí, corroyendo mi alma, asfixiándome, haciéndome sentir que cada vez caigo mas profundo en un oscuro y frío pozo sin final; ¿cuándo se supone que me sentiré libre del dolor y de esa extraña sensación de desespero? Ya han pasado tres años, pero aún sigo pensando que Marcél volverá para arrastrarme al infierno en el que me tuvo cautivo por tantos años.

Trato de despejar mi mente, observando el cuidado y extenso pasto frente a mí, algunos lejanos pinos se ondean suavemente con el viento que sopla fresco aún bajo los rayos del sol, cierro los ojos tratando de disfrutar lo que la naturaleza me brinda, me resulta imposible, porque como cada vez mi mente se invade de recuerdos, relacionando todo con lo que he vivido, es como si mi mente quisiera mantener latente cada instante.

Somos Fabiola y yo, corriendo por el jardín de la primera casa a donde Marcél nos mantuvo cautivos, su risa me hacía sonreír, amaba su risa, los momentos a su lado eran los únicos en los que lograba sentir felicidad. El frío lugar y mi delgado abrigo pasaban a segundo plano cuando estaba con ella.

—¡Corre más rápido, corre más rápido! —gritaba mientras yo fingía no poder alcanzarla.

Su rubia cabellera la hacía ver como una princesa de esos cuentos que Camila me contaba cuando lograba escabullirse en el cuartucho incómodo donde Marcél había ordenado durmiera. Entonces me creé una idea ante las fantasiosas historias, Fabiola era princesa y yo el valiente príncipe que un día la liberaría del villano.

—¡Vamos, Fenómeno! —más risas escapaban de sus labios dándome alegría.

Hacía todo lo posible por verla feliz, nada en el mundo me importaba más que su felicidad, Fabiola había sido la única en mostrarme cariño desde que la conocí, en sus labios "Fenómeno" sonaba a melodía.

Abro los ojos alejando mis recuerdos, ahora esos recuerdos sólo acarrean enojo. Ella me falló, decidió marcharse sola sin importarle lo que sentiría, aprovechó la primera oportunidad para escapar cuando yo me quedé tantas veces a su lado no permitiendo que estuviese sola.

Llevo mi mano hasta mi muñeca para palpar la pulsera de piel que Paloma me ha regalado, pero no la encuentro, veo hacia adentro para buscarla sobre el piso sin encontrarla, ya tampoco Lluvia se encuentra en la sala de espera. Suspiro sabiendo que tendré que escuchar miles de reproches por parte Paloma por haber perdido su obsequio.

Veo a Makela entrar a la recepción desde el pasillo, voltea hacia todos lados notándose preocupada, detrás suyo entra César que va directo hacia la recepcionista, tomo mi mochila del piso para entrar, ella al verme corre hacia mí, me rodea con sus brazos estrujándome y enseguida acuna mi rostro inspeccionándome.

—Mi amor, ¿te encuentras bien? —pregunta angustiada.

—Fui quien golpeó al imbécil, no él a mí —respondo cortante.

César llega hasta nosotros y coloca su brazo sobre mi hombro palmándolo un par de veces dándome media sonrisa, no le correspondo, sé que sólo es un gesto afectivo de su parte, pero aún no me acostumbro a ninguno de los dos, quizá de todos los que ahora conozco como mi familia, con la única que me siento a gusto es con Paloma a pesar que cuando invade mi espacio es para no parar de hablar.

—¿Quieres venir con nosotros o prefieres esperar fuera? —me pregunta tranquilo.

—Golpee a un idiota que quizo hacer un chiste sobre mí, por ello me suspendieron tres días, es todo, la sanción la tengo clara, así que no le veo sentido el estar con ustedes para que me digan nuevamente lo que ya sé.

MADSEN -Tres veces te amo-Where stories live. Discover now