Sincerándome

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Christopher lleva tres semanas escondiéndose hasta del sol. A pesar de que estar acostumbrado al caos y de que estar inmerso en él nunca le había ocasionado dilema, esto ha sido demasiado. No le preocupa en lo absoluto el desastre que hay en el exterior. Quisiera que le importara algo la reputación que está a punto de perder, pero es un asunto que le tiene sin cuidado alguno.

Se recuerda que en algún momento todo caerá nuevamente. Se recuerda que nada es inmutable y que todo lo que conoce hasta ahora la humanidad está a punto de desmoronarse y caer a pedazos. Se dice que se necesita priorizar, el libertinaje que se había creado años atrás e impidió el progreso y fue unos de los momentos más bajos de la historia de la humanidad.

«De este modo se reúnen y confunden insensiblemente los estados nuevos con el antiguo, y en poco tiempo no forman más que uno». Ha citado tantas veces en los últimos días a Maquiavelo que ha perdido la cuenta.

Lo que no lo ha dejado dormir por semanas es el constante debate que se ha adueñado de su sueño, de su tranquilidad. Él lo intentó, intentó buscar el sentido de la vida en la formación de una familia, en ser un buen esposo, en planear vacaciones por lo menos una vez al año, en comprar una casa para después sentir que es demasiado pequeña y tener la necesidad de comprar otra, pero el tan solo pensarlo hace que le dé náusea.

Supone que en algún momento su existencia fue así de simple, así de predecible. Pero nada de eso era suficiente. Con el tiempo aprendió a ser ajeno, a no aferrarse. Lo que no entiende es la afectación que le crea el siquiera pensar en Louise.

Se pregunta por qué demonios no puede controlar lo que siente en este momento. Se pregunta por qué le importa tanto. Se dice a sí mismo que es el acto más idiota e ilógico que pueda existir.

Se recuerda que él tomó decisiones y que no tiene ni una gota de arrepentimiento en su sangre, lo que ha hecho es totalmente justificado bajo el lente de la evolución y la nueva política. Si él no tomaba las riendas, lo hubiera hecho otra persona, probablemente otro rico con problemas de desapego material.

Él era el indicado para el trabajo. A él le había fallado el sistema, un niño huérfano, sin protección alguna del mundo tan jodido. Recuerda todas las veces que fue herido. Todas las veces que esperaba la llegada de un héroe a su vida y terminara con su sufrimiento. Quizás si lo hubieran ayudado en el momento adecuado sería otra persona, pero no fue así.

Recordaba que las personas miraban su sufrimiento y continuaban con sus vidas. Recordar eso le da tranquilidad. No le debe nada a nadie. A él, el sistema le falló desde que nació. Pero después, llegó Louise.

Él pensaba que sería algo temporal, pero se equivocó. Lleva más de quince años perdidamente enamorado de esa mujer. Trata de darle alguna otra explicación, con los años ha aprendido a encontrar siempre alguna razón lógica para lo que ocurre dentro de su mente y cuerpo, pero nunca ha podido descifrar lo que tiene esa mujer.

Trató de verificar si era la afinidad sexual que tenía hacia ella. Trató de satisfacer esa necesidad de otra manera, con otra persona. Necesitaba saber qué no necesitaba a Louise. Se sintió muy bien al principio, pero con el paso del tiempo, necesitaba más de ella, de su Louise.

Necesitaba saber de su vida, pero, sobre todo, necesitaba saber que él seguía formando parte de ella. El saber que Louise lo pensaba, lo deseaba, lo quería, era una clase de necesidad. El apego que tenía por Louise se duplicó en el momento en el que vio abrir los ojos a Pam. Se preguntaba cómo alguien cómo él podía sentir algo así de genuino, pero al mismo tiempo estar roto.

Por un momento fue suficiente, pero el vacío llegó nuevamente. Recuerda que lloraba de coraje gritándose a sí mismo que lo tenía todo. Trató de buscar la plenitud a través de la justicia social, la literatura hablaba de la bondad como una clase de medicina para la falta de sentido, pero no solucionó nada.

Las mujeres del héroeWhere stories live. Discover now