capitulo 2

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Hace más de un mes había planeado lo que pasaría hoy, Me confesare a mi sensei. Anote todo lo que diría en un papel y si sensei no lo entendía le entregaría el papel en forma de carta. No sería fácil estaría nervioso me temblaría hasta la ropa, pero solo quería se supiera mis sentimientos.

Entre a la sala, me coloque en el asiento correspondiente, y espere a que mi amor platónico llegara.
Cuando sensei entro a la sala, se veía, desgastado, todo un zombie y yo quería saber la razón. Pero no era el momento.
Seguía con la idea de que me declararía cuando estuviéramos los 2 solos en la biblioteca, me sentía realmente animado, pero algo iba mal, sensei no me miraba no dejaba que lo ayudara con la materia, y cuando quería responder una pregunta, no me tomaba la palabra como siempre, algo iba mal y eso me ponía triste.

Al final de la hora me fui directo a él, quería estar con él, hablar con él y confesar mis sentimientos. Me ignoro y fue a la biblioteca, cada acto de asco que hacia dirigiéndose a mi me rompía cada vez más el corazón.

Entre a la biblioteca y lo vi como siempre sentado en la misma mesa que compartíamos solamente que yo faltaba. Fui hacia donde él estaba y con un tono frio dijo-me tapas la luz-

Esa fue la gota que derramo el vaso. Mi corazón estaba roto en mil pedazos.

La ira me consumía. Quería confesarme pero también quería golpearlo en la cara, con toda la fuerza que obtuve por la situación. Tome el libro que sostenía y lo lance lejos para luego botar todos los libros que había colocado en la mesa y luego tirarlo a él.

Se notaba su enojo a kilómetros-¡¡qué carajo te pasa!!-grito para luego intentar levantarse, pero no lo deje hacerlo-

Tome la carta que estaba en mi bolsillo bien hecha con la letra los más clara posible, con las palabras más entendibles que pude escribir para que sensei entendiera había algunos corazones a los costados y un leve olor a mi perfume. Le mostré la escritura por menos de un segundo, para luego mirar la carta, sonreír y romperla en varios pedazos lanzándolos a su cara.

Después de ese acto salí corriendo de ahí, no quería verlo. El amor que sentí por el no disminuía, pero debía alejarme de él. Era una molestia en este momento.

Llegue a el patio de la Escuela respire agitado por correr, estaba mal en ese momento quería alejarme de todo. Salte la reja y fui al lugar donde las personas que están mal son aceptadas un bar.

"Onodera caminaba por las calles como si hubieran matado a su madre, caminaba hacia al bar más cercano que encontró. Al entrar varias miradas se dirigieron al Escolar que ignoraba todo a su paso, solo quería quitarse las molestias por un día.

Pasaron unas horas, era de noche, Onodera estaba completamente borracho no podía ni abrir sus ojos, te tambaleaba al intentar caminar
cayéndose al piso varias veces. Las personas del bar al verlo en ese estado le pidieron que se fuera ya que molestaba a las otras personas."


Después de una hora salí, o mejor dicho me echaron del bar, yo tambaleaba al caminar solamente intentaba coordinarme con mis movimientos, pero mi vista estaba nublada y solo note la presencia de una chica en frente mío. No sabía quién era, ni que hacia estorbándome el paso pero simplemente le dije.

-¿quién eres? Puedes moverte, no puedo pasar-dije para luego sentir como me tomaba del brazo e intentaba parar un taxi. No sabía que pretendía esa chica. Pero simplemente no me importaba.-

-la extraña niña hablo- no te preocupes Ritchan yo te llevare a casa- fue lo único que escuche para luego dormirme profundamente en su hombro.-

"Onodera se durmió en el hombro de su prometida, mientras esta trataba de sostenerlo mientras paraba un taxi, cuando logro hacerlo, con sus fuerzas coloco al castaño dentro del taxi mientras ella subía a su lado y le daba la dirección al conductor"

-Takano-sensei...-balbuceaba Onodera dormido-

mi vida en la escuela es un ascoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora