Capítulo 40

105 10 0
                                    

Presentaciones

Fred y George se sentaron en la esquina izquierda del lugar, donde podían ver bien todo el espectáculo que estaba a punto de empezar. Todos menos McGonagall, Snape y Harry ya habían llegado, así que tuvieron la suerte de conseguir los mejores asientos. No pudieron evitar dejar de reír maliciosamente, en serio ellos estaban muy entusiasmados.

Su día estaba siendo tan maravilloso, sus sueños al fin se harían realidad. Ahora podían comprar su tienda y conseguir un piso para así finalmente poder abandonar la Madriguera. Ellos en verdad amaban a su familia y harían cualquier cosa por sus padres y hermanos. No obstante, permanecer con ellos todo el tiempo a veces era demasiado. Todo se complicaba cuando no estaban de acuerdo con una situación particular, especialmente cuando se trataba de su madre no estando de acuerdo.

Su madre podía ser muy escandalosa y exigente todo el tiempo, que para ellos ya era suficiente. Cuando eran niños podían aguantarlo... pero ahora que eran adultos simplemente era muy irritante. No culpaban a sus hermanos mayores por querer irse tan rápido y tan lejos como era humanamente posible. Aunque ahora estaban de regreso y probablemente fue sólo mientras duraba la guerra. No eran los únicos exasperados por la actitud autoritaria de su madre.

Charlie había tenido una discusión con su madre hacía unas semanas, cuando ella intentó cortarle el pelo repentinamente. Ella constantemente se molestaba con ellos porque tenían el cabello largo, era completamente ridículo ya eran adultos. No estaban para nada sorprendidos de que Harry tampoco le tuviera demasiado cariño a su madre.

- ¿Qué han hecho esta vez muchachos? -preguntó Arthur Weasley acercándose sigilosamente a su dos hijos.

- ¿Qué quieres decir padre? -preguntó Fred inocentemente.

- ¿Qué han hecho esta vez? -dijo Arthur mirando seriamente a sus hijos, estas reuniones eran demasiado importantes como para que ese par anduviera haciendo bromas.

-Nada -dijo George con sinceridad.

Analizándolos por completo tratando de descubrir que traían entre manos, pero Arthur suspiró al no poder determinar si estaban diciendo la verdad o no. Lo descubriría al final de cuentas, solo les lanzó otra mirada de advertencia y volvió a mirar todo el lugar. Preguntándose si alguien más de los pocos que trabajaban en el Ministerio sabían que Dumbledore había sido arrestado. ¡Le había sorprendido escuchar los rumores! Peor aún más cuando fueron confirmados. ¿Alguien le había dicho al Ministerio que Dumbledore había grabado la magia de Harry? No parecía probable, no sólo porque eran leales sino porque no podían hablar sobre la Orden.

-Lamento haberlos hecho esperar a todos -dijo McGonagall mientras entraba a la habitación, su rostro como siempre estaba impasible.

-No te preocupes, lo entendemos -dijo Arthur sonriendo con simpatía.

Sin duda ella estaba ocupada, entre cumplir con los deberes como Directora y Subdirectora al mismo tiempo, por supuesto, si ya había encontrado a alguien para sustituirla. Y al parecer también estaba tomando el mando de la Orden, si estaba tomando muchas cosas entre sus manos y más hoy cuando les revelara a todos por qué Albus Dumbledore fue arrestado.

Arthur ni siquiera se lo había contado a su esposa, porque no quería lidiar con el drama que eso significaba. Sólo esperaba que ella mantuviera al menos la mitad de calma aquí que en su casa. Aunque una parte de él preferiría que Molly se desahogará por completo antes de regresar a casa. Arthur ignoró las miradas curiosas que le dirigió la mitad de la Orden ante sus palabras, incluida la de su esposa.

- ¿Qué ha pasado? -preguntó Molly mirando entre su silencioso marido y una sombría McGonagall con los ojos entrecerrados exigiendo una respuesta.

Arthur solo se negó a verla y McGonagall no respondió a su pregunta en absoluto. Era como si no hubiera hablado nadie y a Molly eso no le gusto lo más mínimo, así que trato de dirigir su atención a otra cosa.

DispuestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora