Capítulo 28

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Conversaciones y reacciones

Todos los elfos domésticos se miraron el uno al otro, sus ojos llenos de preocupación y renuencia se encontraban en las cocinas de Hogwarts. Ninguno de ellos quería ir a las habitaciones del director Dumbledore. Desafortunadamente, estaban soportando la peor parte de su enfermedad y en realidad estaban contemplando ir con Madame Pomfrey. No obstante, les había dado la orden de que no lo hicieran y no podían desobedecer los deseos de su maestro. Lo peor de todo es que cada día él estaba más enfermo y no solo les gritaba cosas horribles, sino que incluso también los empujaba y los golpeaba si se acercaban mucho. Nunca habían visto al director así antes, él siempre fue amable con ellos.

-Pongan sus nombres en la olla, el que sea elegido ira -dijo Dane con voz solemne, él era el jefe de los elfos domésticos aquí en Hogwarts. Designaba todos los deberes y mantenía todo en orden, además de que también enseñaba a los pequeños elfos bebes.

Con gran falta de entusiasmo todos empezaron a hacer lo que les decían, tomándose su tiempo, doblando los papeles y echándolos a la olla. Esta se agitó con la mano de Dane para mezclarlos todos durante unos segundos, antes de que uno de los niños elfos escogiera un trozo de papel. Vieron a Dane tomar el papel apenas respirando, con la esperanza de que no gritaran su nombre.

-Trish -dijo Dane tristemente.

Ella era una elfina mayor y estaba hecha del material más duro que algunos de los más jóvenes que le habían servido hasta ahora. Ella no se tomaría en serio lo que se decía, él estaba seguro de eso.

- ¿Le llevo algo de comida al maestro Dumbledore? -preguntó Tish con los ojos más abiertos de lo normal, esa era la única muestra de aprehensión que mostró sobre sus deberes asignados. Ella era una elfina doméstica y nunca desobedecería, se lo habían inculcado desde el momento en que nació.

-Solo un poco de sopa, a ver si se la come -dijo Dane con los ojos nublados, no estaba seguro de si se la comería ya que hacía dos días que no comía nada de lo que le daban.

Realmente él estaba en mal estado, pero no podían desobedecer directamente sus órdenes... a menos que trabajaran en torno a eso. Necesitaba la ayuda de un sanador, los elfos domésticos no podían curar enfermedades como la de Dumbledore. Podían curar las enfermedades que ellos sufrían ya que estas eran diferentes a las enfermedades de los magos.

-Haré eso -dijo Tish agarrando algunos elementos esenciales que necesitaría y se apareció en la oficina de Dumbledore.

Las bandejas de su escritorio estaban llenas de correspondencia, tanto urgente como de otro tipo. Sosteniendo fuertemente la bandeja que traía en las manos, subió las escaleras. Las cuales para ella eran bastantes grandes e incómodas y más llevando una bandeja pesada. Una vez que llegó a la puerta, deseó que se abriera y Hogwarts cumplió con sus deseos.

Los elfos domésticos estaban conectados a la escuela a un nivel muy profundo. En pocas palabras en cualquier lugar donde se encontrarán ya sean mansiones, casas, etc. y si estas tenían protecciones ellos se conectaban a ellas. Todos los elfos sabían dónde estaba Harry Potter, incluso si ahora no podían sentirlo tanto. Un elfo doméstico debía haber protegido el área en la que se encontraba.

La propia Hogwarts no les pedía que les enviaran comida, por lo que el maestro Snape debía cuidarlo muy bien. Además, como nadie les preguntaba aun no decían nada, era una lástima que Dumbledore no pensó en conectar a su elfo doméstico con Hogwarts. Porque si lo hubiera hecho, ya habría sabido desde el primer día donde estaba exactamente su héroe.

Tish pasó por delante de la extravagante sala de estar lujosamente amueblada y diseñada. Se dirigió directamente al dormitorio del director, siempre les tomaba una eternidad de limpiar el lugar. Con tantas chucherías y adornos exclusivos usando magia incluso les era muy difícil. Sí, hacían todo en las dependencias y en la oficina del director, mientras que los demás profesores preferían su privacidad y les pedían que no lo hicieran. El profesor Lockhart había sido la única excepción a la regla únicamente.

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