Capítulo 26

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Rob encogió un hombro.

―Nos conocemos de toda la vida, Eva. No lo sé, nunca fuimos mejores amigos, pero me resulta difícil imaginar que pudieras cambiar tanto al punto de verte y no reconocerte.

Eva ladeó la cabeza mientras lo contemplaba.

―Puede ser porque tú siempre registraste mi existencia. Para ti o para Nina nunca fui invisible, pero para el resto... Bueno, no puedes recordar a alguien a quien realmente no conociste, ¿no?

Cruzándose de brazos, Robert volvió a hacer una pausa silenciosa como si siguiera sin terminar de creer todo lo que oía.

―Entonces, ¿trabajas con Bradley y él no sabe quién eres? ¿Cuánto hace que estás aquí?

He hecho un poquito más que trabajar con él, pensó ella mientras asentía.

―Tres años, pero empecé trabajando para el señor Roberts, él sí sabe quién soy ―contestó con un suspiro―. Y el señor Collingwood también, pero les he pedido que no lo divulguen, que ni siquiera lo tengan en cuenta. Ya demasiado me han juzgado toda mi vida, lo que me falta ahora es que piensen que tengo privilegios aquí por mi apellido, aunque yo sé que es probable que sin él ni siquiera habría conseguido una entrevista para el puesto.

―Entiendo ―pronunció con una mueca―. A Adelaine le ocurre todo el tiempo solo por ser mi novia, sé que a veces desearía encontrar la forma de que no la reconozcan.

Eva sonrió. "Solo por ser mi novia" era casi un eufemismo, pero se lo dejó pasar.

―Felicitaciones por cierto, se te ve muy bien con ella, me alegro mucho por ti.

―Ada es increíble ―articuló Rob con una expresión renovada―. ¿Sabes? No puedo dejar de pensar en lo idiota que es Bradley. ¿Cómo puede pasar tantas horas contigo y no saber quien eres? ¿Cuántas Eva Morton hay en el mundo? Y tus hermanos, veo a Ambrose y a Connor en eventos todo el tiempo, él también debe hacerlo. Les he preguntado por ti muchas veces, pero siempre han sido muy escuetos en sus respuestas, ahora todo tiene sentido.

La joven soltó una risita.

―Oh, lo sé, Connor me dijo hace un tiempo que me enviabas saludos ―recordó―. No pongamos toda la carga sobre Bradley, Amber tampoco me recuerda y ella siempre fue la más atenta de los dos. También estuve frente a frente e incluso hablé con tus hermanos, todos ellos. Fui una completa extraña, aunque tampoco puse nada de esfuerzo para que me reconozcan, así que no voy a culparlos.

Rob alzó una ceja.

―Yo sí ―articuló y se giró hacia un costado al oír que alguien se acercaba.

Era Bradley, que ya lo había reconocido y no solo frunció el ceño al verlo sino que también apretó el paso.

―Te agradecería si me guardaras el secreto por un tiempo ―pidió Eva bajito y retrocedió un par de pasos.

―Claro, esperaré ansioso mi momento de decirles a todos que son unos imbéciles, en especial a este que viene aquí ―murmuró―. ¡Bradley! ¿Te parece que esta es hora de llegar a trabajar? ¿Qué dice tu abuelo al respecto?

―¿Nuestro abuelo, quieres decir? ―contestó el aludido deteniéndose junto a ellos―. Hola Eva, buen día.

―Hola ―dijo ella haciendo contacto visual durante una milésima de segundo―. Los dejaré hablar a solas, iré a buscar un café. ¿Puedo traerle algo, Alteza?

Rob la miró como si estuviera a punto de hacer algún comentario, pero se limitó a negar con la cabeza.

―No, gracias, estoy bien.

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