Veintidós.

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Durante su estadía con Vegas hasta que el padre de este volvió a la habitación, la mente de Pete estuvo en un solo punto.

¿Qué era aquello que podría herir a Kinn al punto de sentir que lo perdía todo?

Quería hacer eso.

Estaba harto de ser el único herido entre una guerra de la cual nunca fue participe, no por voluntad.

Fue un capricho, un premio relegado que entre dos lucharon por conseguir.

¿Qué había de sus sentimientos? ¿Por qué su vida tenía que ser una miseria?

No más.

Habló con Vegas de camino al hotel.

Ya le había ofrecido quedarse en su casa debido a que sus padres no le habían permitido volver.

Desde que supieron que volvió a Bangkok de nuevo le dieron la espalda por completo. Claro que su cuenta de banco seguía habilitada, algo extraño pues, según palabras de su padre; no era más un hijo suyo por ser una vergüenza.

Nunca entendió aquello, tampoco quiso averiguar, simplemente se limitó a tragarse el dolor que su desprecio le generó y comenzó de nuevo.

Tenía una habitación modesta, con el lujo propio del hotel que pertenecía a la familia Theerapanykul.

Vegas le otorgó una suite de lujo, misma que rechazo con amabilidad al no entrar en su presupuesto. Por lo que su piso era uno de los primeros, más contaba con todo lo necesario para estar cómodo.

Hicieron un trato, mismo que Vegas tuvo que aceptar y soportar, pues aquello implicaba a Pete aceptando halagos y quizás contacto físico con Kinn. Sí las cosas se salían de control, él entraría en acción para defenderlo.

── ¿Estás seguro que esto es necesario, Pete? ──Insistió, no estaba convencido de dejarlos a solas en una habitación y mucho menos con su novio luciendo encantadoramente hermoso

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── ¿Estás seguro que esto es necesario, Pete? ──Insistió, no estaba convencido de dejarlos a solas en una habitación y mucho menos con su novio luciendo encantadoramente hermoso.

── Tiene que creer que realmente estoy dispuesto a aceptarlo. Es una noche, solo una y nos libraremos de él para siempre.

Replicó Saengtham mientras terminaba de poner los últimos toques a su atuendo.

Lucia encantador, lo sabía.

En ese tiempo lejos aprendió a sacarle provecho a su imagen dejando muy atrás al antiguo Pete que usaba ropa holgada, poco favorecedora y con un sentido nulo del estilo.

Su batalla en Corea fue lucir mejor que nadie aunque por dentro se sintiera morir.

Roció un poco más de perfume y se sintió fresco.

Las manos de Vegas se colaron por su cintura expuesta, abrazándolo por la espalda mientras escondía el rostro contra la curvatura entre su cuello y hombro, inhalando el exquisito aroma que emanaba, arrancandole un suspiro en el proceso.

𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐥𝐨𝐯𝐞, 𝐕 ︙𝐕𝐞𝐠𝐚𝐬𝐏𝐞𝐭𝐞Where stories live. Discover now