Uno.

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Había ingresado al aula desde temprano, pues aprovechaba los momentos en que no había profesores en el área para completar los pendientes restantes.

Pero todo se detenía en cuanto lo veía entrar con su característica chaqueta de cuero, con sus gafas oscuras y el cabello castaño bien acomodado.

Siempre se mantenía en las últimas filas, charlando con Time y su primo Kim.

── Cierra la boca, fácilmente podrían entrar un par de moscas ahí. ──la voz de Khun sacó al joven Phongsakorn de su ensoñación.

── ¿Eh? ──parpadeó un par de veces, acomodándose las gafas con el dedo índice, empujando la montura desde el puente de su nariz, antes de soltar una risa nerviosa── Oh, buenos días, señor Theerapanyakul.

Saludar correctamente era uno de sus deberes, así como dirigirse con respeto a los chicos.

Era una de las condiciones para poder juntarse con ellos, aunque era más un seguirlos a todos lados como perro sin dueño y cargar sus cosas.

Pete era hijo de una familia de farmacéuticos importantes en Corea, pero había sido transferido a Tailandia casi a mitad de año, por lo que le costó demasiado adaptarse, principalmente por su personalidad tímida y apariencia infantil.

── De buenos no tienen nada, estoy tan estresado por el proyecto del profesor Chan. ──agitó una mano abanicando su rostro mientras tomaba asiento. A su lado, como siempre se encontraban Arm y Pol, siendo el primero el único quien miraba con un poco de empatía a Saengtham.

── Durante el almuerzo estará listo, no se preocupe señor. ──se esforzó por mantener su atención fija en Tankhun mientras parloteaba un par de cosas que poco podían interesarle sí a escasos metros se encontraba él.

Un suspiro escapó de sus labios mientras se recargaba contra la palma de su mano, observando cada uno de sus movimientos.

Vegas Theerapanyakul era todo lo que podía pedir en esta vida.

Era guapo, astuto y amable.

Lo había visto un par de veces antes.

Había sido testigo silencioso de momentos adorables que compartió con su hermano menor; Macau.

Pasaba tan desapercibido la mayoría del tiempo que nadie había sido capaz de distinguirlo entre las jardineras de la institución, o los pasillos entre tanta gente.

Pete siempre estaba al pendiente de Vegas.

A veces rozaba lo preocupante, pero eso era lo de menos.

Todo el tiempo consideró que su enamoramiento secreto por Vegas se mantendría exactamente así; secreto.

O al menos eso creía porque tenía bastante claro su lugar en ese sitio.

Se lo habían mostrado desde los primeros meses en que llegó.

Al principio todos habían sido amables, algunos inclusive demasiado.

Pero todo cambió repentinamente después del baile de invierno.

Pete desconocía el motivo, o pretendía hacerlo, al menos.

Así que estaba acostumbrado ya a ser ignorado por el resto, pues era mejor que ser molestado constantemente.

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𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐥𝐨𝐯𝐞, 𝐕 ︙𝐕𝐞𝐠𝐚𝐬𝐏𝐞𝐭𝐞Where stories live. Discover now