鸡 ㅤׄ ㅤ Jisoo dice míoㅤ :ㅤ JiHan

Final

Jeonghan apretó los dientes y soportó el toque del próximo Dom sobre sus pezones. No era guapo, pero era más adulto y muy educado. Jeonghan no sentía nada.

—Tiempo.

Jeonghan consiguió un descanso mientras más Doms sacaban las tarjetas, y las palabras de Seungcheol, sus propias palabras, seguían dando vueltas por su mente como una de esas melodías que no se iban. Sólo porque una vez no funcionó...

Había estado casado-involucrado una vez. Sólo una vez en su vida, pero no había funcionado.

Y basándose en esa sola circunstancia, había decidido no correr el riesgo de involucrarse nuevamente.

Resolvió que necesitaba experimentar todo lo que se había perdido. Pero después de esta variedad de hombres... y enfrentándolo, cualquier sumiso querría a un hombre como Seungcheol... tenía que admitir que no sentía nada con ellos.

Sin embargo, una palabra del Maestro Jisoo enviaba pitidos y silbidos a través de Jeonghan como si su cuerpo se hubiera convertido en una vieja máquina de pinball. Y era algo más que excitación, Jeonghan se sentía bien con él. Como si le perteneciera a Jisoo. Así que ¿por qué se obstinaba insistiendo en querer más hombres? ¿Cuánto tiempo iba a seguir ignorando sus propios sentimientos?

Cuando el próximo hombre se acercó a su lado, Jeonghan lo miró a los ojos y dijo:

—Houston.

—¿Qué? —Él lo miró boquiabierto.

—He terminado. Houston. Déjame bajar.

El Maestro Jisoo se acercó con ese merodeo, siempre equilibrado modo de andar suyo.

El Dom extraño le dijo:

—Él dijo Houston.

—Lo he oído —la mirada que Jisoo le dirigió no sostenía ninguna expresión.

¿Estaba decepcionado de él? Se mordió el labio y miró hacia otro lado mientras la duda se arrastraba dentro de su estómago y le enviaba fríos tentáculos a través de su pecho. Tal vez había decidido que esta era una buena manera de encontrarle otro tipo.

—La escena terminó, muchachos —dijo Jisoo a los Doms que esperaban—. Jeonghan agradece su interés.

Jeonghan asintió con la cabeza y trató de sonreírle a los hombres, sintiendo el temblor de sus labios. Sus ojos picaban. Jeonghan había pensado que Jisoo lo quería, pero por la manera fría en que lo miraba ahora...

—Quiero bajar —su voz temblaba. Quiero mi ropa, y quiero irme. Primero él me quiere, y luego no, y...

Firmes dedos le agarraron la barbilla, levantándola.

—Mírame, Hannie.

Jeonghan miró por encima de él, por encima de su gran hombro. No voy a llorar, no por este frío Dom que se da vuelta como un pez en tierra seca.

Un suave resoplido de risa, luego, su voz baja.

—Mí-ra-me.

Sus ojos se levantaron a los de Jisoo y quedaron capturados y clavados dentro de su intensa mirada.

—Eso está mejor —murmuró—. ¿Qué está pasando por ese inteligente cerebro tuyo, Hannie? —El cálido, acariciante tono lo envolvió en calidez.

Jeonghan trató de mover la cabeza y sus dedos se apretaron.

—Respóndeme.

—Pareces muy enojado.