Capítulo Ocho

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Después de meterlo dentro de su abrigo de Santa, el Maestro Jisoo llevó a Jeonghan arriba de las escaleras y a través de un pasillo hasta el dormitorio principal. Una chimenea de gas parpadeó a la vida, provocando sombras bailando sobre las paredes. La lujosa alfombra debajo de sus pies era lo suficientemente gruesa para caminar por ella con esfuerzo, los muebles de madera oscura brillaban en la penumbra.

—He tenido visiones tuyas en mi cama —murmuró Jisoo, quitándole el saco de encima—. Y haciendo el amor contigo.

Lo levantó y lo puso en el centro de su cama, obligándolo a apoyar la espalda con una fuerza implacable que hizo que su cabeza le diera vueltas. Cuando tiró sus brazos sobre su cabeza, recordó que no le había quitado las muñequeras ni los puños de los tobillos. Un click seco y había conectado los puños de sus muñecas a una sola cadena unida a la cabecera. Jeonghan tiró de la cadena, un temblor lo atravesó. Estaba sólo con un hombre que apenas conocía. Y le permitió amarrarlo. ¿Estaba loco?

—Relájate, mascota —murmuró Jisoo, rozándole los labios con los suyos—. Cómo tu Maestro haré que ambos disfrutemos de esto, o no continuaremos.

¿Por qué sólo el sonido de su voz grave hacía que sus músculos se aflojen? ¿Por qué confiaba en Jisoo de esta manera? Jeonghan inhaló, y luego frunció el ceño. ¿Qué dijo?

—¿Maestro?

Una sonrisa satisfecha aligeró sus rasgos cincelados.

—Esa es la palabra. Dilo otra vez.

Jeonghan dudó. Cuando sus fuertes manos ahuecaron sus nalgas y las presionaron, la devastadora sensación le dio la fuerza de voluntad para decir tonterías.

—Maestro —pero, mientras decía la palabra, todo dentro de Jeonghan se apretó en desaprobación... y aún así la más extraña sensación de satisfacción lo llenó, como si la última pieza de un rompecabezas hubiera encajado en su lugar.

—Muy bien —aún de pie junto a la cama, lo besó lentamente, la lengua poseyendo su boca tan completamente como las manos tomaban sus nalgas. Jisoo se echó hacia atrás.

Mientras Jeonghan trataba de recuperar sus arremolinados sentidos, Jisoo empujó una almohada debajo de su culo.

Se desvistió fácilmente y decididamente consciente, pero la vista de Jisoo le robaba el aire.

Sus musculosos antebrazos habían insinuado sus bultos, pero no lo había preparado para la amplitud de su pecho, sólido con músculos. El vello negro espolvoreaba en espiral desde su ombligo hasta su ingle, como si exhibiera su polla.

Su respiración se volvió irregular. Jisoo era tal vez un poco más largo de lo normal, sí, pero el ancho... Como provocando, las venas se retorcían alrededor del increíblemente grueso eje.

Jisoo siguió su mirada y se rió entre dientes.

—Sí, he estado erecto desde que entraste esta noche, y esperando tomarte —dijo en voz baja—. Pero tengo la intención de jugar contigo primero. Amarte.

Sus manos recorrieron sus piernas suavemente.

—¿He mencionado lo hermosas que son? —Le sonrió a sus ojos antes de bajar la cabeza. La boca se cerró sobre su muslo interno, y la sensación de calor le hizo girar la cabeza. Le dio pequeños mordiscos, que hicieron su piel arder de deseo. Cuando los labios se trasladaron a su otra pierna, la sensación disparó directamente a su polla con tanta intensidad, que rayaba con el límite del dolor. Su agujero se contrajo fuertemente.

Y entonces se trasladó a su polla, abriendo sus piernas. Se ubicó entre sus muslos y... lo miró desde allá abajo.

La excitación de estar expuesto peleaba con la vergüenza, y Jeonghan sacudió sus brazos. No podía moverse. Trató de cerrar las piernas, pero Jisoo estaba en el camino. Lo agarró por las rodillas y sin piedad las empujó hacia atrás... incluso más lejos que antes. El aire frío rozó su agujero cuando sus nalgas se abrieron.

鸡 ㅤׄ ㅤ Jisoo dice míoㅤ :ㅤ JiHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora