Capítulo Siete

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Ah, allí estaba Hannie. Jisoo vio a su pequeño sumiso apoyado contra la pared justo afuera de la cocina. Había mantenido un ojo sobre él... Jeonghan seguía negándose a los otros Doms.

Bien. Verlo con alguien más le dolería como el infierno. Quería ser el único que le muestre más, que lo lleve al orgasmo. Quería su confianza... y mucho más.

Atentamente, sin embargo. Jeonghan tomaría vuelo con demasiada facilidad.

Primero, el señuelo. Puso su bolsa al lado de la mesa alta estilo-reclinable, una de sus favoritas, extra ancha y con relleno de cuero. Una a una, sacó las ventosas de su bolsa y las alineó arriba de una toalla de papel sobre una mesa de café cercana.

La sumisa que él había incautado en la cocina ubicó un recipiente con agua y cloro.

—Maestro Jisoo, ¿vas a hacer cupping?

Él asintió con la cabeza. Cuando se volvió, vio a Jeonghan unirse a las personas que se reunían alrededor de la mesa. Si Jeonghan quería variedad y exploración, estaría encantado de satisfacer esa necesidad. Jisoo capturó su mirada.

—Ven aquí, Hannie.

Un temblor comenzó en el estómago de Jeonghan ante el oscuro gruñido de la voz del Maestro Jisoo. Luego registró las palabras. Ven aquí.

—¿Yo? —Su voz rechinó.

—Tú —Jisoo enrolló hacia arriba una manga, mirándolo y frunciendo el ceño—. Ahora.

Oh, no. Jeonghan necesitaba pensar, pero sus pies se movían hacia adelante. Sus manos se entumecieron y sin embargo el deseo chisporroteaba a través de él con cada paso que se acercaba. Su piel se sentía sensible, el roce de su abrigo de Santa como papel de lija. Cuando se encontró son sus intensos, evaluadores ojos, su pecho se apretó como si Jisoo tuviera sus costillas entre sus grandes manos.

Se detuvo frente a el Dom.

—Buen chico —ahuecó su barbilla con una mano dura—. Estos ojos —rozó su boca a través de la de Jeonghan y lo liberó.

—Yo... yo... —¿Qué había previsto decir?

—Recuerda las reglas sobre hablar, pequeña mascota —acarició la mesa—. Te quiero aquí arriba... sin el abrigo.

La gente. Jeonghan no tenía nada salvo ese abrigo. Sus ojos se encontraron con los de Jisoo.

—Has observado toda la noche, pero no has jugado... y lo deseas, Jeonghan —pasó un dedo por su mejilla, su sonrisa sólo para él—. Voy a ir despacio, pequeño.

Un temblor corrió por Jeonghan. Yo quiero hacer esto. Y quiero hacer esto con él.

Jisoo esperó pacientemente, pero su confiada postura le decía que él ya sabía su respuesta. ¿Cómo podía sentirse tan seguro?

Se quitó el abrigo y se lo entregó a Jisoo, temblando por la sensación del aire y de los ojos contra su piel.

—Buen chico —la aprobación en sus ojos oscuros lo calentó. Lo agarró por la cintura y lo ubicó sobre el mostrador de la alta mesa, entonces hizo girar sus piernas hacia arriba.

El resbaladizo cuero enfrió sus nalgas, y Jeonghan se apretó las manos en su regazo.

—Ahora, dime. ¿Quieres ver o sólo sentir?

Se mordió el labio y miró las claras copas de cristal, que de repente parecían un poco siniestras.

—Mirar.

鸡 ㅤׄ ㅤ Jisoo dice míoㅤ :ㅤ JiHanWhere stories live. Discover now