día de enero | joao felix

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a la vuelta al hotel me sente adelante con parte del cuerpo técnico para evitar por completo a joao, quien me estuvo observando todo el viaje. me mataba y me daban más ganas de llorar sentir sus ojos clavados en mi nuca. sabía perfectamente que no iba a hacer nada ahora, tampoco quería que lo haga, demasiasa exposición frente a personas que naturalmente sabían que algo estaba sucediendo entre nosotros sin la necesidad de que emitamos alguna palabra al respecto.

— ¿te encuentras bien? te he notado distraida, siempre sueles charlar con todos durante el viaje — me preguntó sentandose a mi laso xavi, le di una media sonrisa rogando a dios que mis ojos no se llenen de lagrimas

siempre me sensibilizaba que me pregunten cómo estaba, más viniendo de su parte que era lo más cercano que tenía a una figura paterna en españa.

— si solo que tengo sueño, el vuelo sale por la mañana ¿verdad? — respondí tratando de desviar el tema de conversación, podia romperme en cualquier momento y realmente no quería que aquello sucediera frente a todos

— si a eso de las siete salimos del hotel ¿segura que te encuentras bien? te brillan los ojos vera

odiaba expresarme tan bien con la cara, que la gente con tan solo verme pudiera detectar que algo me sucedia. más que nunca quería desaparecer, estar sola y llorar.

— no se preocupe xavi, estoy perfecta, debe ser por el sueño nomas

— ya te he dicho miles de veces que me trates de tu, no de usted. me alegro entonces, sabes que puedes hablarme cuando quieras

ahora la sonrisa fue genuina y asenti con la cabeza, logrando asi que por el resto del viaje no volviera a hablar conmigo y yo pudiera perderme en mis pensamientos, en las miles de cosas que las voces de mi cabeza me decían para lastimarme.

al llegar al hotel no lo dude ni dos segundos, tome todas mis cosas del trabajo y con rapidez me dirigí hacia mi habitación de hotel, no me importaba siquiera comer, solo quería ducharme y tirarme en la cama.

prefería evitar mirarlo a la cara por las proximas horas.

en la ducha solté absolutamente todo lo que mi pecho me rogaba que hiciera, las lágrimas salían continuamente y con rapidez. cuando termine de bañarme y me mire al espejo me senti horrible, tenia los ojos súper hinchados y rojos, me sentia tan rota y vulnerable que no pude evitar volver a llorar.

los golpes en la puerta me hicieron ponerme alerta, sabiendo de antemano que podía ser él. para mi mala suerte, reconoci al instante su voz.

— vera por favor, dejame explicarte. las cosas no son como crees, lo juro — dijo del otro lado, yo me pare frente a la puerta y tome el picaporte pero no me atrevi a girarlo para dejarlo entrar

no dije tampoco nada, hacerlo sería exponer por completo lo rota que me encontraba, no quería que me viese de esa forma.

— dios vera, te quiero a ti, ya te lo he dicho, no tengo nada con ella, tienes que creerme — volvio a repetir viendo que de mi lado no había respuesta, me mantuve en mi postura y continue sin emitir palabra

cuando por fin crei que se habia ido y comence a alejarme para sentarme en la cama y colocarme la crema, donde todo se sentía en melancolia y lo necesitaba más que nunca pero no podía dejar que continuara humillandome, otra vez se volvieron a escuchar golpes en la puerta, solamente que estos fueron más leves.

— ¿vera? soy yo, pedri. abreme que no has comido nada — dijeron del otro y me senti horrible una vez más por preocupar a las personas que más amaba

— ¿estas vos solo? — pregunté del otro lado de la puerta no queriendo bajo ninguna circunstancia verle la cara al portugués

— que si vera, que se ha ido ya — respondió logrando que al instante abra la puerta, al verlo allí parado con una bolsa con comida los ojos se me volvieron a llenar de lagrimas

necesitaba tanto la contención de alguien y odiaba pedir ayuda que verlo ahi parado para mi era una demostración de cariño enorme.

— dios pedri — susurré apenas ingresó y me lance a sus brazos para abrazarlo, permitiendo asi que las lagrimas salieran solas y mojara su remera del barcelona — fui una completa estupida

en pleno abrazo pedri me proporcionó algunas caricias a mi espalda. me tranquilizaba demasiado tenerlo ahi conmigo, agradecia que estuviera en mi vida, poder llamarlo amigo.

— no has sido una estupida vera, estas enamorada y él no aclaró nada la situación. tu no tienes la culpa de nada — murmuró todavia abrazandome, ni siquiera amagó a separarse, dejando que yo topara la decisión de hacerlo a mis tiempos

— gracias por venir — dije una vez me separe y limpie mis lagrimas

— somos amigos verita, estamos siempre para el otro

me llenaba un poquito mi corazón de alegria.