―Si me siento y espero que algo cambie, puede que termine perdiéndolo todo ―insistió él sentándose erguido en el sillón―. Y además volverme loco.

Geraldine hizo una mueca.

―No dije que te quedes cruzado de brazos, Brad. Sigue intentando lo que sea que estás haciendo y no te rindas, pero ten paciencia porque puede que las cosas no se den de inmediato o de la forma que tú quieres.

Bradley apretó los labios.

―Pero cuánto más la presiono, más se aleja. Ese es el gran problema.

Geraldine se encogió de hombros.

―Sé un poco más sutil y no la presiones tanto. Seguro que si lo piensas un poco, puedes ingeniártelas. ¿No eres famoso por saber cómo llevarte a cualquier mujer a la cama? Pon en práctica tu ingenio.

A pesar de que de cierta forma se sentía ofendido, Brad dejó su protesta atrás y siguió el hilo de la conversación.

―Eso nunca representó un esfuerzo, mi problema ahora es muy diferente, casi lo opuesto.

Se ahorró de decirle que llevarse a Eva a la cama tampoco le resultaría muy difícil, ninguno de los dos podía mantener las manos lejos del otro cuando estaban cerca. No obstante, eso distaba mucho de ser lo que anhelaba. Para él, Eva no era cualquier mujer. Era especial. Era única.

―¿Crees que el problema aquí es solo Eva, Brad? ¿Qué hay de ti? Sé que todavía tienes muy presente lo de Tracy, ¿no has considerado que quizás eso también esté jugándote en contra?

Casi por acto reflejo, Brad se puso de pie.

―Esto no tiene nada que ver con ella ―contestó sintiendo que se le removía algo dentro del pecho y le quemaba―. No sé porqué lo has sacado a colación. Yo estoy completamente abierto a una relación con Eva, lo que ocurre es que ella dice que no podemos estar juntos por un montón de razones que no quiere compartir.

Geraldine también se levantó.

―Lo he sacado a colación porque me parece importante. Casi no hemos hablado sobre el tema y ahora que vienes con esto, se me ocurrió que era un buen momento. Tiene mucho que ver con lo que está pasando con Eva. ¿Le has contado?

―¿A Eva? ―inquirió Brad y soltó una risita burlona ―. No, claro que no. Si apenas había empezado a lograr que confiara en mí, hablarle sobre Tracy, Megan y todo lo que pasó entre nosotros solamente haría que saliera huyendo con justa razón. Quiero que vea que tengo un corazón y que no soy el imbécil que todos creen.

―Abrir tu corazón y contarle algo tan importante no te hará ver cómo un imbécil ―musitó ella acercándose y colocando las manos sobre sus brazos―. Al contrario.

―Geraldine, no empiezas una relación contándole el peor error que cometiste en tu vida.

―No tienes que contarle toda la verdad de una sola vez.

―Ese es un pésimo consejo ―dijo una voz ajena a ellos y cuando los dos se giraron hacia el lugar de donde provenía, vieron que Charles, el esposo de Geraldine, acababa de entrar y se estaba quitando el abrigo mientras se acercaba―. Las verdades a medias son peor que una mentira. No sé de qué están hablando, pero aplica para todos los casos.

―No pensaba tomarlo ―refunfuñó Brad mirando mal a su prima ―. Estoy intentando ir por el buen camino.

Charles le dio un abrazo rápido y una palmada en la espalda. Si bien nunca habían sido mejores amigos, se conocían de toda la vida. Charles era todo lo contrario a ellos dos, correcto, serio y responsable, y aunque al comienzo le había costado aceptarlo, era el compañero perfecto para Geraldine.

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