La Tierra Media, de esplendor inconmensurable, árboles con hojas color verde oscuro, otros con hojas verde tierno se mecen al compás de la brisa, la tierra debajo de estos se moteaba de la sombra de las temblorosas hojas. Las flores amarillas, brota...
— No es nada apresurado, es, es la tradición élfica. Soy tonto — dijo el elfo y comenzó a caminar en círculos —como ibas a saber sobre eso es solo después de un año de compromiso que nos casaríamos, no tienes que preocuparte por nada estoy seguro de que mi padre estaría más que feliz de-
— Legolas — dijo Stella interrumpiéndolo — Acepto, quiero comprometerme contigo, casarnos, yo, te amo, desde el momento en que me di cuenta de que esto que siento por ti no hace más que crecer he soñado con una vida contigo.
Sin más se fundieron en los brazos del otro, y pronto sus labios se encontraron fundiéndose en un dulce beso, ninguno se cansaba de los labios del otro, Legolas pensaba que los labios de Stella eran tan adictivos como Stella pensaba que los suyos lo eran.
El elfo la levantó en el aire y la hizo girar, y la risa de ambos resonó alegre en los alrededores.
...
Cuando al fin terminaron los días días regocijo, y Frodo pensó en irse y fue a hablar con el Rey Elessar y la Reina Arwen, todos partieron de Minas Tirith y tomaron rumbos distintos. El funeral de Théoden fue llevado a cabo, y Legolas, Gimli y Stella, visitaron las Cavernas Centelleantes y Stella los llevó a Fangorn donde visitaron a los ents y conocieron a Bárbol.
Y en el décimo octavo día de abril del Calendario de la Comarca, del año 3020, todos los antiguos miembros de la Compañía fueron llamados al Bosque Negro, al Palacio de Thranduil. Sabían Legolas y Stella residían allí desde hacía solo unos tres meses, pues apenas habían regresado de sus viajes con Gimli y Gandalf respectivamente, todos se imaginaban el por qué de esta invitación. Buenas noticias se avecinaban, esperadas noticias.
...
La llegada de Stella y Legolas al Bosque Negro tres meses atrás fue llena de júbilo. No tardaron en ser llevados ante Thranduil en la sala del trono. El elfo los miraba bello y firme, Stella y Legolas hicieron una reverencia ante él:
— Le suilon. Alza la cabeza hijo mío, y tu también Nuvanna. — dijo Thranduil — Las hazañas de tu viaje han viajado lejos hasta los oídos oídos tu gente en el Bosque Negro. Debes sentirte orgulloso, Príncipe Legolas, yo tu padre lo estoy.
— Ni ‘lassui, adar.
— Nuvanna, mae l'ovannen — dijo Thranduil con un asentimiento de cabeza grácil — Ambos serán llevados a sus respectivas habitaciones, y luego de que descansen podemos conversar sobre tu travesía hijo mío, y sobre la visita de esta encantadora señorita.
Sin más, con un gesto de la mano de Thranduil, dos elfos se acercaron a ellos, y los llevaron llevaron a sus aposentos, donde descansaron y después de bañarse cambiaron sus ropas por otras.
...
Stella esperaba a la entrada de la habitación de Legolas, a que este saliera, necesitaba hablar con él antes de la cena. Después de unos minutos más de espera el elfo salió de su habitación y se sorprendió al hallarla en la puerta.
Legolas no podía apartar los ojos de ella, la chica siempre se veía hermosa a sus ojos, incluso estando en batalla con su cabello revuelto revuelto alguna que otra herida, se veía hermosa para él, pero debía admitir que se veía radiante en aquel vestido esa tarde. Era un vestido élfico que no contaba con mangas pero tenía un bello patrón de encaje que simulaba hojas, el vestido era largo hasta el suelo de un bello color azul plateado.
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