𝗤𝘂𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝗷𝘂𝗲𝗴𝗼𝘀 𝗰𝗼𝗺𝗶𝗲𝗻𝗰𝗲𝗻

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Claro que para los demás fue casi imposible superar aquel momento entre Tom y yo.
Quizás Finnick enviándole saludos y besos a su novia en el Distrito 4, y el falso bebé de Katniss Everdeen pudieron robar la atención de los demás.
Pero la audiencia ya estaba muy alterada desde un inicio. Tanto que en el momento que Peeta aseguraba la existencia de un bebé en el vientre de Katniss, la gente abucheó y gritó con más fuerzas.
Todos los tributos nos tomamos de la mano, quizá sin falso símbolo de unidad, mostrando una unificación, solidaridad tal vez.
Pero posiblemente era algo más de falsedad. Yo no podía sentir algo más por los demás tributos. Tenía una misión, y la cumpliría.

Las luces se apagaron, todos volvimos al centro de entrenamiento, a nuestros departamentos.
Tom y yo llegamos a ponernos cómodos.
Me ayudó a quitarme el maquillaje que yo usaba, mientras yo bajaba la cremallera de mis botas para quitármelas.
En un abrir y cerrar de ojos, ya usábamos ropa cómoda para dormir. Aunque todavía necesitábamos cenar, y estaba el hecho de que Taylor aún no regresaba al departamento.
Tom y yo nos sentamos en la sala de estar. Yo totalmente preocupada, y él acariciándome la espalda para tranquilizarme.

Justo cuando oímos unos tacones retumbar en el suelo, pero de una manera muy distinta a los de Sweeney, yo me levanté.
Taylor apareció, caminando despacio. No me contuve y corrí para abrazarla.
Un abrazo que ella correspondió, y pronto, sentí como la respiración de ambas cambiaba.
Llorábamos, lo estábamos haciendo. Aunque Taylor lo hacía más que yo.
Pronto, Tom se nos acercó. Dándonos un abrazo de igual manera.
Todos estábamos devastados, sabía que no eran buenas noticias, posiblemente los juegos no se cancelarían, tal vez nos fusilarían a todos los tributos en la avenida.
No sabía que era peor.

—Perdónenme, por favor perdónenme —. Sorbió por la nariz en cuanto nos separamos.

—No hay nada que perdonar —. Insistió Tom, secándose una lágrima de su mejilla.

—No cancelarán los juegos —. Dijo Tay. De los tres, ella lucía aún más destrozada por esto.

—Lo sé. Está bien, estaremos bien —. Intenté mantenernos a todos con los ánimos elevados. —Tal vez podría haber dos vencedores otra vez —. Dije.

Eso hizo que Taylor se tranquilizara un poco. Asintiendo con la cabeza, nos abrazó a ambos.
Tal vez ella podría haberse calmado un poco con aquello, pero yo sabía que eso era imposible.
Sin embargo, no podía derrumbarme así, necesitaba la mente fría.
Y la tuve así durante la cena, durmiendo a un lado de Tom, y en la mañana, cuando despertamos al mismo tiempo.
El amanecer a penas se pintaba en el cielo, y atravesaba las cortinas.
El primer rostro que veía por las mañanas, y el último que veía antes de dormir, era el de Tom.
Ni siquiera aquí fue la excepción.

Dentro de la arena, no tendríamos momentos así. Seguramente no dormiríamos en días por cuidarnos el uno al otro. Estas horas de sueño habían sido un regalo. Ninguno despertó repentinamente, ninguno tuvo pesadillas. Los dos dormimos tranquilamente por horas, descansando lo que posiblemente no podríamos ni descansar en tres días en la arena.
Ni siquiera los nervios pudieron mantenernos despiertos.
Me acurruqué con Tom un momento más. Nuestros estilistas serían los que nos despertarían, y aún no entraban por la puerta.
Disfrutamos un momento más, hasta que ambos entraron con cautela, y nos llamaron con afabilidad.

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⏰ Last updated: Feb 16 ⏰

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