𝗜𝗻𝘁𝗿𝗼𝗱𝘂𝗰𝗰𝗶𝗼𝗻

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TRES AÑOS ANTES.

4 de julio de 72 D.D.O

16:00
Distrito 1

-¡Bienvenidas, bienvenidos! Felices Juegos del Hambre..., y que la suerte esté siempre de su lado -. Escuché la voz de la escolta del Distrito 1 vociferar por el altavoz.

Cuatro de la tarde, la cosecha terminaría con nosotros. Habían empezado temprano por la mañana con los distritos más lejanos.
Mi padre siempre decía que dejaban lo mejor para el final. Usualmente el Distrito 1... era lo mejor. O eso quería creer mi padre, como alcalde, necesitaba reafirmar que su posición, daba frutos.

Papá era el alcalde del Distrito 1, el distrito de lujo.
Su importancia para el Capitolio era inmensa.
La creación de artículos de lujo, era el principal mercado. Y resultaba ser el distrito más rico de todos, teniendo tanta apariencia capitolina.
Por una razón u otra, papá terminó siendo alcalde. Quizás por castigo o por estrategia de su propio padre..., el presidente Snow, mi abuelo.

Papá formó una feliz familia en el distrito. Éramos mi madre, mi hermana Shimmer y yo.
Nunca tuvimos necesidad de pedir teselas de comida. Éramos extremadamente ricos y privilegiados a diferencia de los demás, y ser Snow nos daba la ventaja.

A pesar de eso. A pesar de mi lugar en la sociedad, yo estaba entre las filas de jovencitos. Esperando a ser llamados para ser llevados como tributos y morir.
Usualmente había voluntarios, pero aún así, las cosechas se llevaban a cabo. Era tradición al final del día.
Los juegos eran tan importantes para mi familia. Papá era un aficionado, y el presidente Snow..., era quien más los disfrutaba.

Debía de ser un honor para mi, para él, para ellos, que mi nombre estuviera dos veces en aquellas urnas. Pero no lo era, al menos no para mi abuelo.
Era un hombre impredecible, pero yo parecía conocerlo.
Los tiranos y los dictadores siempre han existido, y eso yo lo sabía perfectamente.
Aunque mi profunda indiferencia hacia él, se encontraba bien oculta, dentro de mi ser.

Era prácticamente improbable que Sweeney Lovett, la escolta del distrito, sacara mi nombre de una de esas urnas.
Al final del día estaba solo dos veces, y había otros jóvenes entrenados desde pequeños para ofrecerse.
Así que Coriolanus Snow no se preocupaba porque mi nombre fuera seleccionado. En realidad, nadie de mi familia lo esperaba, ni siquiera yo.

-¡Llegó el momento de escoger a los valientes tributos de este emblemático distrito! -. Exclamó Sweeney una vez más.

La mujer se mantuvo en silencio un par de segundos. Era común que entre aquel silencio, algún valiente ciudadano con edad aceptable para ir a los juegos, se ofreciera como voluntario.
Pero este año, esta vez, no sucedió.
Sweeney Lovett continuó con su tarea.
Dio unos cuantos pasitos hacia la urna de las mujeres.
Revolvió los papeles una y otra vez, hasta que decidió sacar uno.

Out Of The WoodsWhere stories live. Discover now