𝗦𝗲𝘀𝗶𝗼𝗻 𝗽𝗿𝗶𝘃𝗮𝗱𝗮

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Atala, la mujer encargada de dirigir los entrenamientos cuando se trataban de tributos inexpertos y que jamás habían estado en una arena, se colocó en el medio, en una plataforma, llamándonos a todos para darnos instrucciones.
Nos dirigirían hasta una sala contigua, una de espera.
Donde de dos en dos, nos sentaríamos para representar a nuestro distrito, y uno en uno, pasaríamos al gimnasio para hacer nuestra demostración a los Vigilantes.
Era simple, primero el hombre, después la mujer. Y como nosotros éramos el 1, siempre éramos los primeros en pasar.
Siempre teníamos la atención de ellos.

De par en par, nos escoltaron a la sala de espera.
Todos en fila. Primero los del 1, en segundo los del 2, y así sucesivamente hasta el 12.
Tomamos asiento al lado de nuestros compañeros de distrito.
Y como era costumbre, tomé la mano de Tom hasta nuestros asientos.
Él tomó el primero, y yo el segundo.
Reposé mi cabeza sobre su hombro, y él hizo lo mismo, reposando su mejilla sobre mi cabeza. Con sus dedos entrelazados en los míos, esperando a que lo llamasen a él.

Durante mis primeros juegos, tuve problemas para idear una demostración memorable.
En ese tiempo, que Tom era mi mentor, sólo me dijo: "Enséñales lo buena que eres".
Nunca supe a que se refería, Hasta la fecha, olvidaba preguntarle de que hablaba.
Pero después de años conociéndonos, supuse que se refería al arco y la flecha.
Eso hice, y recibí una generosa puntuación de 10.
Pero este año..., Taylor nos dijo a los dos: "Impresiónenlos".
No había sido específica, pero sabíamos a que se refería.
Él tenía que ser feroz con sus cuchillos, y yo con mi arco.

Pronto, todos los tributos estuvieron dentro de la sala de espera, y Tom fue el primero en ser llamado.
Él se levantó del asiento, y besó mi frente antes de salir de la sala.
Usualmente, el tiempo que un tributo se demoraba en hacer su demostración, variaba mucho.
Había unos que se inspiraban y tardaban más de 40 minutos.
Yo, sólo necesitaba 10 o 15 minutos. Mi habilidad no era algo que necesitara de 40 minutos para demostrarse.
Pero este año lo haría diferente. Quizás les demostraría a los vigilantes mi nueva habilidad mejorada con los cuchillos.

Así que exactamente después de 20 minutos, escuché mi nombre por los altavoces, indicándome que podía entrar al gimnasio.
Las puertas se abrieron automáticamente, dejándome cruzar por el pasillo, encontrándome a Tom que salía de su sesión.
Me miró, algo agitado, y tocó mi mano con su dedo meñique por una fracción de segundo, para después continuar su camino hasta la salida.
Ya lo hablaríamos durante la comida en el departamento.
Terminé de caminar por aquel pasillo con luz tenue color azul, y entré en el gimnasio.

Las puertas se cerraron detrás de mi, y yo continué mi camino hasta el centro del lugar.
Pero pronto, llamó mi atención una tela blanca, cubriendo una parte de la pared del gimnasio.
Eso había sido obra de Tom, había sido el único en pasar antes de mi.
Yo me alarmé en cuanto vi que escurría algo rojo por debajo de la tela, que llegaba hasta el suelo y se detenía ahí.
Eran gotas, gotas que no cesaban, pues lo que Tom había hecho en su demostración, seguía fresco.

Out Of The WoodsWo Geschichten leben. Entdecke jetzt