𝗟𝗮 𝘀𝗲𝗻𝘁𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮

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Seguí a los guardias por el pasillo que ya conocía, el que te dirigía hacia las habitaciones.
Me llevaban hacia allá como si no hubiese estado nunca en este piso antes.
No podía decir que lo conocía a la perfección porque no había mucho que conocer, pero era imposible perderse, y sabía el camino hasta las habitaciones.
Pero este era el estilo de Snow, quería hacerte sentir su autoridad. Que incluso en tu casa, o en este caso, tú departamento temporal, él siempre tendría más autoridad que tú, y que tú le pertenecías. Sonaba absurdo cuando lo pensaba, pero mientras más lo hacía, más cuerdo sonaba.
Eran típicas actitudes de una persona como él.

Llegamos al fondo del pasillo, específicamente, la puerta de mi habitación.
Los guardias no dijeron nada más, sólo giraron la manija, entreabriendo la puerta.
Tomé aire, o el poco que pude mientras miraba por aquella pequeña rendija, hasta que ellos la abrieron para que pudiera pasar.
Al entrar en mi habitación, me sentí ajena, una completa desconocida.
Y parado frente a la ventana, estaba él, viendo el atardecer o lo que parecía ser el atardecer.
No era nada comparado con los atardeceres en los distritos donde rondaba la naturaleza a sus alrededores. Como el 12.

El tío de Taylor siempre nos contaba de los atardeceres más bonitos, donde el naranja se volvía suave, e incluso más colores se incorporaban, como el rosa o el morado.
No recordaba haber visto uno así, aunque si lo hubiera visto, seguramente lo recordaría. El morado era mi color favorito en todo el mundo, y odiaba no verlo más que en pelucas ridículas y zapatos horribles en el Capitolio.
No era un color natural, y verlo en un atardecer, era mi mayor sueño.
Pero estaba encerrada en el Distrito 1, y si no estaba ahí, estaba en el Capitolio.
Lugares completamente industriales, urbanizados.
Aún así, la vista no era tan mala, y a Snow parecía encantarle tanto como para verla desde mi ventana.

La puerta se cerró detrás de mi una vez que estuve dentro de la habitación. Eso me hizo exaltarme un poco, dando un brinco y soltando una suave exclamación por la sorpresa.
Pero aún con eso, Snow no se giró. Solo se mantuvo inmóvil, aún inmerso en sus pensamientos, viendo la ciudad.
De espaldas lucía tan imponente, más que de frente. Quizás porque no le veía el rostro, y lo único que mi campo visual podía admirar, era su cabello blanco, por la canicie en su cabellera debido a la vejez. Ya había perdido la cuenta de su edad, muchas veces creía que era tan mayor. Y muchas veces pensaba en su muerte.
Quería que muriera.

Tal vez antes no lo pensaba tan seguido, pero desde que había arreglado la cosecha para que sólo Tom fuese seleccionado, para matarlo, nuestra nula relación familiar se había roto más.
Yo solo quería verlo muerto. A veces fantaseaba con matarlo yo, pero eso sería un crimen, uno horrible.
Posiblemente me matarían después de asesinarlo, y yo no deseaba morir, no por algo tan banal.
No deseaba dejar a mi familia solo por venganza a ese hombre que se escondía debajo del manto del abuelo.
Rápidamente me aclaré la garganta, y sobretodo, la mente. Seguro Snow quería hablar, y mi rabia no me permitía mantenerme al margen.

Out Of The WoodsWhere stories live. Discover now