CAPÍTULO 22

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Sophia

Bajo del avión privado de los Ranga con ayuda de uno de los hombres de Patric, tomo me bolso que me entrega segundos después, camino sin querer esperar al hombre que me sigue gritando mi nombre para que pare. Sin embargo, no le hago caso y sigo caminando con la mente hastiada, el corazón destrozado y los ojos hinchados por todo el llanto que he derramado.

Volví a cagarlo todo y no creo poder perdonarme eso. Definitivamente soy igual a mi padre, como dicen tal padre tal astilla.

Subo al coche que nos espera justo a la salida de sitio donde se puso el avión. Respondo al saludo del chófer y me subo atrás bajando las gafas que tenía sobre mi cabello para cubrirme lo ojos y no tener que soportar la mirada del hombre que se sienta junto a mi dando la orden de arrancar al chofer.

Todo el camino no le hablo y él tampoco me habla, siento su mirada sobre mí, y eso me hace culparme más. Seguramente lo estoy lastimando a él también y eso no quiero, no quiero que nadie sienta dolor o sufre por mí.

No cuento los minutos, pero llegamos a casa de mis padres sin articular ni una palabra. Cuando cogo la puerta del coche lista para abrirlo y salir, me sujeta de la mano haciendo que pare mi acción y que me gire a mirarlo por encima de mis gafas.

- ¿Puedes por favor soltar mi mano?

Suelto con total calma, una calma que no siento en absoluto.

- Sophia necesitas tomar tiempo para procesarlo antes de afrontar tus padres. Y también tenemos que hablar de lo que pasó.

- ¿Y quién ha pedido tu opinión? Porque hasta que me acuerde, no fui yo_ trato de retomar mi brazo de vuelta _ y entre tu y yo no hay nada de que hablar, por mi todo ha sido claro.

Por la frialdad de mis palabras y la manera en la que tengo apretada los dientes, suelta mi mano de inmediato sin querer insistir más.

- Gracias.

Cuando tengo mi mano de vuelta, bajo sin ninguna palabra más. Camino hasta la entrada, subo las escaleras, escucho el ruido del coche yéndose y volteo a mirarlo.

Se fue ¡Que bien! Uno menos.

Respiro hondo antes de seguir mi camino al ingresar la puerta que me abre la servidumbre.

- ¿Mi mamá está?

- Sí señora, hace rato ha estado discutiendo con el señor pero él ya se fue.

El desgraciado.

- Vale muchas gracias.

Subo las escaleras casi corriendo con los tacones de 4 centímetros.

Por el pasillo veo que la puerta de su habitación está abierta, apresuró el paso y la imagen que veo al llegar me deja pasmada, y empiezo a gritar.

Mi madre está en el piso temblando y con una cantidad enorme de saliva saliendo de su boca.

- ¡Nana Esther! ¡Nana Esther!_ grito y grito pero nada_ ¡por favor llamen a una ambulancia! ¡Mamá¡_ trato de no tocarla, temo empeorar si lo hago, sigue temblando, tornando los ojos dejando salir lágrimas_ ¡Nana Esther! Por favor mi mamá _ mi llanto ya no me deja respirar bien.

Son unas manos fuertes las que me levanta donde estoy para poder coger a mi madre en brazos y apenas veo que se trata de Patric.

¿Pero cómo?

¿No se había regresado ya?

Nana Esther me ayuda a bajar las escaleras. La ambulancia no está y subo con Patric en mi coche.

UN INVIERNO CALUROSO [+21]Where stories live. Discover now