Capítulo 14: Límites

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"LÍMITES"

Un chico de cabellos castaños y ojos de almendra escondidos tras unas gafas de acetato verdes se coló aquella madrugada por la puerta principal del ala médica.

No era de sorprenderse, el joven siempre había demostrado astucia y avidez superiores al promedio de su generación. Quizás era esa la única razón por la que se había ganado el honor de ser amigo de Scarlett.

Durante su tiempo juntos, la rondaba como los planetas pequeños rondan a estrellas gigantes como el sol, atraídos por su intensa magnitud.

¿Pero era Scarlett una gran estrella...

...o un agujero negro?

—¡Scarlett! — exclamó el joven acercándose al lado izquierdo de la camilla de la habitación 1105, donde su fuente de luz yacía inconsciente.

Lo único que iluminaba la habitación eran las letras de la pantalla a la derecha de la paciente.

"Procedimiento de eliminación interrumpido. Por favor, reinicie."

En un rojo amenazante, las letras parpadeaban en la pantalla, como si el mensaje hubiera estado ahí por mucho tiempo ya.

Volvió a mirarla e inmediatamente notó, a pesar de que ella estaba dormida, que algo en su rostro era diferente. Era quizás la expresión que formaban sus cejas, o lo poco fruncidos que estaban sus labios.

No estaba seguro, pero sabía que esa no era la Scarlett con la que había estudiado la noche anterior.

Detrás de la pantalla que anunciaba el procedimiento interrumpido, se alzaba una enorme máquina con decenas de cables que se conectaban a distintas partes de la habitación: algunos a las computadoras, algunos a la corriente, y algunos a Scarlett.

Él no reconocía esa máquina. No estaba en ninguno de los libros de ingeniería biomédica que había devorado luego de que Scarlett ingresara a la Academia de la Federación Intergaláctica y dejara de compartir clases de cálculo avanzado con él.

Se maravilló con ella quizás por mucho tiempo, porque para cuando volvió la vista a Scarlett, ya no estaba totalmente inconsciente. Arrugaba los ojos y movía los dedos de las manos suave pero repetidamente, como si su mente estuviera despierta pero su cuerpo no obedeciera ninguna de las órdenes que enviaba.

—Scarlett — susurró él —. ¿Me oyes?

Sí lo oía, pero estaba tan lejos que no podía responder.

Scarlett estaba, digamos... a dos años de distancia.

Para ella todo era oscuridad, lo único que la guiaba en ese vacío infinito eran las sensaciones que su piel podía percibir, y los lejanos sonidos que alcanzaba a oír.

—¿Qué te pasó? ¿Te hicieron esto porque pediste renunciar?

Ella se volvió a quedar quieta.

Unas pocas lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos. Se quitó las gafas para limpiárselas.

A través de los cristales empañados de sus gafas, observó los detalles del rostro de Scarlett. Y como no era la primera vez que se detenía a admirar sus oscuras pestañas o sus delgadas cejas, recorrió rápidamente la mayor parte del rostro para llegar a los labios, donde se detuvo con intencional paciencia.

𝐆𝐔𝐀𝐑𝐃𝐈𝐀𝐍𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐓𝐈𝐄𝐌𝐏𝐎 ; 𝐀𝐫𝐦𝐢𝐧 𝐀𝐫𝐥𝐞𝐫𝐭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora