𝐅𝐢𝐧𝐝 𝐲𝐨𝐮 𝐚𝐭 𝐒𝐮𝐧𝐬𝐞𝐭 |𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧|

17||PREGUNTAS

— No hay cuidado —respondo por inercia. Falco empieza a recoger la mesa y yo lo ayudo en lo que puedo. Mientras secamos los trastes vuelvo a perderme en mis pensamientos.

¿Qué se supone que debo hacer con los recuerdos que he recuperado? Es como si algo me estuviera llamando a seguir buscando en mi pasado. A encontrar lo que creí haber perdido.

Algo o... alguien...

— ¿Capitán? —Falco me mira confundido.

— ¿Decías algo?

— Le pregunté si hoy se le antoja comer algo en especial. No nos quedan muchas cosas, pero con lo que nos traerá Gabi seguro nos abastecemos el resto de la semana.

— ¿Los chicos no han enviado dinero? —pregunto asombrado. Falco niega y eso solo trae otra preocupación a mi mente—. Lo que tú prefieras esta bien.

Me retiro a mi habitación y abro la ventana. Es raro que los chicos no se hayan reportado con el dinero mensual que nos suelen mandar. Es nuestro único medio de subsistencia ya que por obvias razones yo no puedo trabajar y los chicos pues son unos mocosos. Además de que la situación en la costa de Marley no da para encontrar trabajo.

Todos viven como pueden y con lo que pueden.

Lo repito, este estilo de vida es monótono. No sé cómo pude soportar un año así. Agarro un libro y empiezo con mi lectura del día, pero no logro concentrarme. Hay algo que me perturba. Y ese algo tiene nombre.

Yasmin.

Maldito fantasma de esa mujer que vino a perturbar mi vida. Arrojo el libro al suelo y me llevo las manos a la cabeza. No sé porque estoy enojado, no tengo motivos, ¿o sí?

Creo que me estoy volviendo loco.

Me meto a bañar para despejar la mente y como siempre, cuesta hacerlo pero me doy modos. Al salir ya estoy un poco más tranquilo. Vuelvo a la jodida silla y retomo mi lectura. Las horas pasan volando hasta que escucho ruidos afuera.

Algo desconcertado voy a ver qué pasa y lo que veo me deja perplejo.

— Buenas tardes capitán Levi —saluda Armin con la gentileza que lo caracteriza desde siempre. Una inexpresiva Annie Leonhart lo acompaña. Chocamos miradas, pero me quedo con la idea de no hacer notar que su presencia me incomoda.

Falco y Gabi se ponen felices de verlos y corren a abrazarlos a ambos.

— No pensé que vendrías —admito enfocándome en Armin.

— Bueno, creímos que debíamos visitarlos, ¿no Annie? —La mira, pero ella solo se encoge de hombros.

— Iré a la cocina a ayudar a los chicos —contesta y se va con ellos. Ya sin su presencia, puedo relajar los músculos un poco.

— ¿Cómo ha estado? —Armin se sienta en una silla del comedor mientras yo me acomodo a su frente.

— No me gusta el retiro, pero supongo que no tengo de otra. ¿Los demás están bien?

Asiente.

— Sí, mandan saludos. Lamentan no poder venir, pero es que tenemos una agenda muy apretada.

— Justo en la mañana hablabamos con Falco de que ya se nos está acabando el subsidio del mes. Odio tener que extender la mano, pero...

— Capitán, no diga eso —me interrumpe—. A nosotros no nos cuesta nada enviarles dinero. Sabemos que lo necesitan. Además, el retraso se debió a que en esta ocasión les daré el dinero en persona. Después de todo, usted me envió una carta y estoy aquí para responder sus preguntas.