6||LECCIÓN

247 38 47
                                    

"Puedes luchar contra la marea, pero no huir de ella"

AÑO 844

Es mi segundo día de entrenamiento con Yasmin. No estoy nervioso, solamente impaciente. Quiero acabar con esto ya. Aunque no puedo negarlo, Yasmin despierta mi curiosidad cuando pienso en cuán ágil será usando el equipo de maniobras como para que le hayan encargado enseñarme.

Bueno, esa duda la despejaré hoy.

Como ayer no quedamos en dónde nos veríamos hoy, decido esperarla fuera del comedor, desayuné temprano y no veo motivos para esperarla adentro donde solo hay bullicio.

Estoy apoyado contra la pared cruzado de brazos. Miembros de la legión entran y salen, ninguno me saluda hasta que aparece la cuatro ojos. Trae en las manos dos manzanas y una hogaza de pan.

— ¡Levi! Hermosa mañana, ¿no lo crees? —No importa que hora sea o en qué situación estemos, ella siempre está feliz. Parece una cría de cinco años.

— Sí. —respondo esperando que se vaya. ¿Dónde demonios está Yasmin? ¿Qué acaso no acostumbra desayunar? Ya llevo aquí como veinte minutos.

Hange se apoya a mi lado con la intención de querer acompañarme. Observo de reojo como le da un mordisco a su manzana y luego parte el pan por la mitad.

— ¿Gustas? —Habla con la boca llena y eso me repugna. Me está ofreciendo pan y yo solo puedo pensar en si se lavó las manos antes de agarrarlo de la mesa.

— No. Ya desayuné —contesto alejándome unos centímetros de ella. Ella parece estar muy distraída para notarlo. Decido fingir que no está a mi lado y mantengo mi vista en el suelo.

— He querido preguntarte algo ¿sabes? Aunque no sé cómo decirlo —Vuelve a dirigirme la palabra y no sé qué rayos quiere conmigo. Yo no le he dado motivos para que se me acerque.

— Pues con la boca. —digo aburrido. Hange solo se ríe y no sé qué de gracioso hay en mi respuesta.

— ¡Oh, dulce Yas! Bonito día, ¿no? —Levanto la mirada para saber a quién le está hablando Hange y me doy cuenta que es Yasmin. Ella camina hacia nosotros con toda la tranquilidad del mundo. Tiene las manos en los bolsillos. Su expresión no me dice mucho, pero puedo deducir que no le gusta que le digan así.

¿Dulce Yas? ¿De dónde salió eso?

— De maravilla —responde. No la mira a ella, me mira a mí. No sé si está tratando de decirme algo, pero no estoy para indirectas de ningún tipo.

— ¿No te enseñaron a ser puntual? —pregunto molesto. Me hace esperar y de paso no parece estar preocupada por su retraso.

— No recuerdo haber quedado en vernos tan temprano —responde con desinterés. Eso me hierve. Por supuesto que no quedamos en nada por su culpa. No la mía.

— ¿Alguien quiere un poco de pan? —Hange interrumpe la tensión del ambiente. Nos mira a ambos esperando que alguno diga algo

— No.

— No. —Yasmin y yo hablamos al unísono sin dejar de vernos. ¿Cuándo se convirtió esto en una guerra de miradas? ¿Qué pretende?

La cuatro ojos de Hange se coloca en medio de nosotros y nos empieza a mirar a ambos una y otra vez tratando de descifrar lo que dicen nuestras expresiones. No lo consigue y se rinde rascándose la parte de atrás de su cabeza.

— ¡No sé que se traen ustedes, pero que divertido! —exclama Hange con una sonrisa de oreja a oreja, luego le da un mordisco a su manzana—. Cualquiera que no los conozca hasta los confundiría como hermanos. ¡Tienen el mismo rostro serio y gruñón!

𝐅𝐢𝐧𝐝 𝐲𝐨𝐮 𝐚𝐭 𝐒𝐮𝐧𝐬𝐞𝐭 |𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧|Where stories live. Discover now