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Después de oír que el príncipe Agdar seguía con vida, inevitablemente ambos se llenaron de esperanza, pensando que algún día el verdadero heredero de la corona tomara el control y las cosas en el pueblo al fin mejorarían

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Después de oír que el príncipe Agdar seguía con vida, inevitablemente ambos se llenaron de esperanza, pensando que algún día el verdadero heredero de la corona tomara el control y las cosas en el pueblo al fin mejorarían. Elsa pudo notarlo de inmediato, pero no encontró el valor para contradecirlos, francamente porque necesitaban de su ayuda para lograr el cometido que la había traído aquí y, hasta ahora, ellos eran sus únicos aliados.

Omitió el hecho de que Elsa era su primogénita, no quería tomar más responsabilidades que no le correspondían, además, que ellos supieran ese dato podría hacer que se estropeara su plan. Así que se mantuvo en silencio. 

La modista y su esposo aceptaron apoyarlos, poniendo manos a la obra. Ambos tomaron las medidas de sus cuerpos para perfeccionar el vestuario de cada uno, y sabiendo sus necesidades, Anna también sugirió personal de confianza que pudiera servirles cuando tuvieran la finca asegurada.

"—A fin de cuentas, los aristócratas tienen servidumbre a su alcance. Cualquier tarea que requieran hacer con discreción, el personal será el encargado de llevarlo a cabo", les había dicho la mujer.

Anna se comprometió a realizar los trajes, mientras que Hans sacó de sus vitrinas cambios completos de ropa para que no tuvieran dificultades de mezclarse al momento de caminar por el pueblo.

Luego de haber hecho, probablemente, la compra más grande de esa semana, el equipo de la platinada se dispuso a salir de ahí, con la pareja acompañándolos a la salida.

—Muchas gracias por aceptar, a Matías le encantará saber qué fue de ustedes —musitó Elsa, estando fuera de la boutique. Era muy tarde y todos tenían que descansar.

—Esperamos tener noticias de él muy pronto —canturreó Anna, agitando con demasiada fuerza el brazo de su esposo, el cual no parecía estar molesto con su comportamiento. De hecho, le miraba con añoranza y felicidad.

La platinada no pudo evitar pensar en el castaño de ojos verdes que la esperaba en casa. Su corazón sintió un pequeño pinchazo de dolor por el recuerdo. Sus ojos lograron reflejar el desconsuelo, que preocupó a los presentes.

—¿Estás bien? —preguntó el pelirrojo.

—Ya es hora de que volvamos a casa, nos veremos muy pronto —intervino Astrid, tomando a Elsa del antebrazo.

[...]

Conforme los días avanzaban, la fecha de la Feria estaba cada vez más cerca. El pueblo parecía recobrar vida con este suceso, las calles estaban limpias, los anuncios eran coloridos, inclusive la iluminación estaba funcionando a la perfección. 

La mente maestra detrás de estas remodelaciones sonreía satisfecho, observando que los súbditos podían percibir el cambio que estaba sucediendo. El mero hecho de oír que el nombre del Príncipe Dustin estaba involucrado en alguna mejora dentro de Arendelle, hacía que las personas rápidamente tomaran una postura positiva respecto a él. Considerándolo incluso mejor que el actual monarca, su padre.

Esto lo hacía sentirse orgulloso de sí mismo, casi podía saborear el sentimiento de tener la corona sobre su cabeza. 

Le enseñaría a todos que el hijo de una prostituta podía ser mejor que el hijo de un rey.

Se llevó a la boca la copa de licor que había ordenado y, después de beberla por completo, siguió mirando desde el balcón la llegada de los barcos al puerto de Arendelle. 

—Oliver —llamó el pelinegro, el mencionado rápidamente caminó a su lado, para atender lo que fuere que el príncipe necesitara.

—¿Sí, su majestad? —respondió, acomodando sus anteojos sobre el tabique de su nariz.

—¿Cuáles son las actualizaciones respecto a la Feria?

—Ah, sí —rebuscó en su portafolio los documentos que había obtenido horas antes—. Todas las haciendas y fincas han sido debidamente señaladas para su venta, los hostales fueron equipadas para albergar su máxima capacidad de hospedaje y los comercios recibieron el apoyo económico que ordenó otorgar. Sólo nos toca esperar a que su arduo trabajo rinda frutos, su majestad —indicó Oliver.

Dustin asintió con la cabeza, dando a entender que estaba de acuerdo con la respuesta y su desempeño, aún así, su pequeño asistente percibió la mirada de fastidio que el joven pelinegro desprendía de sus orbes dorados.

—¿Pasa algo, príncipe? —se atrevió a indagar.

—¿No hay resultados sobre la búsqueda del soldado fugitivo? Ha pasado mucho tiempo desde el último hallazgo que me presentaron —gruñó el muchacho, entrando a la recámara.

—Lo siento, majestad. El equipo no ha descubierto nada todavía. Pero sus hombres han supervisado de pies a cabeza a todo aquel que desea entrar a Arendelle. Si ese sujeto llega a pasar por el puerto, lo sabremos de inmediato y actuarán como usted lo decida —canturreó Oliver, intentando brindarle un poco de seguridad al muchacho. 

Sin embargo, éste sabía que no era tan sencillo como su asistente lo planteaba.

—Quiero que aumenten la seguridad en estos días. Si va a aparecer, será muy beneficioso para él hacerlo en estas fechas de la feria, donde podrá mezclarse con la multitud. A todo aquel que no se identifique como perteneciente de Arendelle, se verán obligados a presentar sus documentos sellados por el puerto. Si no es así, arréstenlos de inmediato, y háganmelo saber tan pronto como sea posible.

No estaba seguro de cómo lucía su tío Agdar, o cuánto podría haber cambiado significativamente Matías, pero no quería tomar riesgos. 

—Notificaré a las autoridades sobre su orden. ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarle, alteza?

—Quiero que consigas los registros y pinturas familiares, debo saber cómo es el enemigo.

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Un capítulo no tan largo como me habría gustado, pero la trama lo requería JAJAJA. Ojalá les agrade el rumbo de la historia, y les agradecería con todo el corazón saber sus opiniones o teorías, me encanta leer lo que tienen para decir :D

@JovenWestergaard



Touching the sun | PARTE IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora