Capitulo 9

558 43 0
                                    

Pippa

Por primera vez desde que conocía a Bishop, se había quedado completamente en silencio. Una semana entera sin mensajes. Sin llamadas. Ni apariciones inesperadas. Sentía como si el mundo hubiera sucumbido al invierno meses antes, despojando a la ciudad
de color y calor.

¿Cómo podía ser? ¿Cómo podía sentirme tan desamparada cuando lo conocía desde hacía tan poco tiempo? Cuando apenas me había permitido admitir mis sentimientos por él.

Una pregunta en particular me atormentaba día y noche. ¿Se había acabado lo nuestro?

No estaba segura de haber construido los cimientos suficientes para volver de semejante devastación. No podía evitar preguntarme si todo era por mi culpa. ¿Le había rechazado demasiadas veces?

Había insistido tanto en que quería librarme de él, pero ahora eso sonaba como el peor resultado posible. La idea de no sentir nunca el calor abrasador de su voraz mirada me produjo un escalofrío de pies a cabeza.

Siempre puedes acercarte a él, ¿sabes?

Ahí estaba ella de nuevo. La voz de la razón. Me había estado acosando durante días, pero parecía que no podía reunir la confianza para dar el primer paso. ¿Me odiaba por ser insensible? ¿Realmente le importaba si había estado dispuesto a compartirme? Todas mis
dudas eran arenas movedizas que me mantenían sumida en la incertidumbre.

Pasé cada día en una brumosa melancolía, escondida en mi habitación. El sábado siguiente, sin embargo, lo pasaría casi entera en una boda familiar, una bendición y una maldición. La familia Lucciano, la más reservada y solitaria de las Cinco Familias,
organizaba una multitudinaria reunión para celebrar la boda de Alessia Genovese, una de las hijas del jefe. La intriga que rodeaba a su familia y la rareza de un acontecimiento tan unificado eran una distracción bienvenida. Pero, al mismo tiempo, un día dedicado a hablar de amor y de frentes se convirtió en la peor de las torturas, porque una pequeña astilla de verdad se abría paso cada día más bajo mi piel, gritándome que estaba dejando que mi oportunidad de alcanzar la verdadera felicidad se me escapara entre los dedos.

Quería ser independiente, pero ¿a costa de qué? ¿Y si, como solía decir mi madre, me había cortado la nariz para fastidiarme la cara?

¿Explorar todo lo que la vida podía ofrecerme me excluía necesariamente de una relación? ¿No era esa, de hecho, una de las muchas facetas de la vida que quería probar?

En el fondo, sabía la respuesta.

Ver a los novios tan felices juntos me hizo llorar. Estaba emocionada por ellos y enfadada conmigo misma. Intenté
convencerme que, aunque no pudiera arreglar las cosas con Bishop, había aprendido una valiosa lección. Que de cualquier forma, estaba mejor. Pero cuando empezó el baile y un joven apuesto me sacó a
bailar, no me sentí mejor en absoluto. Me sentí incómoda y desagradable. Debería haberme sentido halagada. El chico era
atractivo y sabía moverse, pero lo único que quería era llorar porque no quería que me rodeara con sus brazos.

Sintiendo el escozor de las lágrimas en el fondo de mi garganta, me disculpé apresuradamente y escapé hacia la salida del salón de baile. Mi partida no pasó desapercibida. Un minuto después, la mayor de mis dos hermanas pequeñas se unió a mí en un banco del gran vestíbulo del hotel.

—¿Quieres hablar de ello? —preguntó Aria, chocando con mi hombro.

—No sé si servirá de algo.

—Asumo que se trata de ese hombre tan guapo que vino a casa —preguntó con una pizca burlona.

—Sí.

—¿Te hizo daño? Porque... conozco a un tipo.

Su broma fue tan inesperada que solté una carcajada, rayando un sollozo.

—No es necesario, pero gracias. Además, soy tan culpable como él. Los dos lo hemos estropeado todo.

—Puede que esté trillado, pero amiga, hay tantos peces en el mar. ¿Has mirado en Tinder últimamente?

Me quedé boquiabierta.

—¡Ari! ¿Tienes una cuenta de Tinder? Solo tienes diecisiete años.

—A papá le daría un aneurisma si se enterara. —Es solo un perfil —intentó asegurarme—. No tengo que relacionarme con nadie si no quiero. ¿Ni siquiera tienes un poco de curiosidad por lo que hay ahí fuera? —sacó su teléfono y abrió la aplicación.

Me quedé asombrada que mi hermanita hubiera sido tan aventurera y un poquito fascinada con las imágenes de los hombres
que aparecían. Nos reímos de algunos, y varios podrían haber despertado mi interés si los hubiera visto semanas antes, pero ese no
era el caso ahora. Ninguno de ellos era lo que yo quería. Ninguno era Bishop.

—Vamos, iniciemos un perfil para ti. Es súper fácil. Incluso puedo hacerlo por ti.

—No. No me interesa, aunque gracias. —Sonreí. Era muy amable por su parte intentar ayudar. Ojalá fuera tan fácil.

Aria se encogió de hombros y se levantó.

—Supongo que entonces no nos queda otra opción.

—Oh, ¿sí? —pregunté con recelo.

—Sí. Lo único que nos queda por hacer... es bailar. Vamos. —Me cogió de la mano y tiró de mí hacia el enorme salón de baile donde
Bruno Mars tenía a todo el mundo bailando al ritmo de 'Uptown Funk'.

No estaba tan unida a mis hermanas como a Noemi, pero seguían siendo mis hermanas y sabían cómo animarme. Después del baile de
la gallina y de una bulliciosa interpretación de 'We are Family', me sentí un poco más optimista.

Secret SinWhere stories live. Discover now