Capitulo 4

741 44 0
                                    

Pippa

—¡Formad filas para el pase de dos balones! —La estruendosa voz del entrenador de baloncesto de mi hermano resonó en el ruidoso gimnasio.

Llevaba media hora sentada en las viejas gradas de madera viendo el entrenamiento de Gabe. Papá siempre se aseguraba que alguno de nosotros pudiera quedarse cada vez que teníamos entrenamientos o reuniones del club. Ahora que era mayor y no participaba en actividades extraescolares, me había convertido en monitora de mis hermanos. No me importaba. Gabe estaba creciendo muy deprisa. A los doce años, ya era de mi estatura. No es que yo fuera especialmente alta, pero recordaba cuando llegó a casa del
hospital, con la cara hinchada y los dedos de los pies más pequeños que jamás había visto.

Con ocho años de diferencia entre nosotros, era lo bastante mayor como para ayudar a criarlo y me enorgullecía de sus logros casi tanto como nuestros padres.

Observé a los chicos colocarse en posición para el simulacro y saqué el móvil cuando me llegó un mensaje de texto.

Bishop: ¿Cómo está Noemi?

Habían pasado dos días desde que me separé de Bishop. Dos días llenos de acontecimientos, cada uno de los cuales había
terminado con un mensaje suyo de confirmación. El día después de aparecer en mi apartamento, el padre de Noemi había sido asesinado por su marido para salvarle la vida. Me sentí muy aliviada que mi tío
estuviera fuera de nuestras vidas, pero el suceso fue traumático, y tanto Noemi como su hermano estaban conmocionados.

Yo: Creo que está bien. Solo he hablado con ella por teléfono.

Ella y su marido habían estado encerrados en su apartamento.

No les culpaba. Ser testigo del asesinato de un padre, por muy mal padre que fuera, sería una experiencia horrible. Había pensado en mi prima continuamente durante aquellas cuarenta y ocho horas, en eso y en lo innegablemente dulce que era que Bishop le hubiera tendido la mano cada noche.

Estaba segura que la familia irlandesa de Bishop había estado tan ocupada controlando los daños como mi familia. Apenas había visto a mi padre en dos días.

Bishop: ¿Vuestras familias estaban unidas?

Yo: Nuestras madres eran gemelas, así que sí. Pero no estábamos muy unidos a su padre, si eso es lo que te estás preguntando. Nunca estuvo mucho por aquí.

Bishop: ¿Ni siquiera tu padre?

No estaba segura a dónde quería llegar. ¿Era simple curiosidad o estaba buscando información?

Yo: No. Mi padre puede ser un poco exagerado, pero no se parece en nada a Fausto. No eran amigos.

Yo: ¿Por eso me mandaste el mensaje? Para preguntarme por mi familia.

Sonreí mientras enviaba el mensaje. Darle la lata era mucho más divertido de lo que debería.

Bishop: Cuidado, gatita. Esa boca descarada tuya va a hacer que te zurren.

Dios mío. Mi corazón dio un salto de cisne hacia el fondo de mi vientre.

Yo: Eso podría ser incómodo en medio de la YMCA1. He oído que no ven con buenos ojos los azotes.

Si no controlaba mi sonrisa idiota, la gente a mi alrededor iba a pensar que estaba loca.

Bishop: ¿Qué demonios haces en la Y?

Yo: Entrenamiento de baloncesto de mi hermano.

Mis ojos rebotaron entre mi hermano y mi teléfono durante los siguientes diez minutos mientras esperaba una respuesta. Cuando
me di cuenta que estaba actuando como una idiota enamorada, rápidamente volví a meter el teléfono en el bolso.

Secret SinOù les histoires vivent. Découvrez maintenant