Capitulo 3

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Pippa

¿Suyo? No podía creer que esto estuviera pasando. Supuse que Bishop estaría complacido de saber que no iba a aferrarme a él con expectativas. Probablemente había tenido sexo con cien mujeres diferentes en su vida. ¿Por qué demonios había decidido que quería más de mí?

¿Porque era virgen? Seguramente, yo no era la única virgen con la que había tenido sexo. Y si no era por eso, ¿qué le había llevado a
buscarme? Estaba demasiado aturdida para enfrentarme a él cuando salí del ascensor y lo vi allí de pie, todo gracia depredadora y furia
justiciera. El lado alegre de Bishop era cautivador. Su lado más atrevido e intenso era francamente fascinante. Me había llevado casi media hora liberarme de mi desconcierto y exigir respuestas. Excepto que su respuesta solo me había dejado más confundida. Lo extraño era que tenía la sensación que él estaba tan desconcertado como yo.

Terminamos de recorrer el apartamento del East Village aturdidos. Comenté la calidad de los accesorios de la cocina. Bishop se fijó en el avanzado sistema de seguridad ya instalado.

Fuimos de habitación en habitación, ignorando al elefante rosa gigante que
caminaba detrás de nosotros.

Esto es mío ahora, y yo protejo lo que es mío.

No tenía idea cómo reaccionar. Clint se unió a nosotros a mitad de la visita, así que continuamos con la treta de ser novios. Era
demasiado incómodo explicar que estábamos arreglando las cosas después de una aventura de una noche. Y no estaba dispuesta a tratar
a Bishop como una especie de acosador. Estaba un poco entusiasmado, pero no podía culparlo. Había sido engañado. Tal vez
después de un día o dos, se calmaría, y las cosas volverían a la normalidad. Quizá viera a una chica en un club, se distrajera y se
diera cuenta que había exagerado.

Restriego un dolor repentino irradiando a través de mi pecho.

¿Qué demonios era eso? ¿Estaba... celosa?

No podía comprender lo que me había pasado. Lo único que sabía era que la imagen de Bishop con otra mujer me daba grima por
dentro.

Ambos habíamos perdido la maldita cabeza.

Esa fue la mejor explicación que se me ocurrió. Y para colmo, no podía estar del todo
disgustada que hubiera aparecido porque había acertado con lo del East Village. Era perfecto para mí, y adoraba el apartamento que Clint nos enseñó. De hecho, quería hacer una oferta. Eso significaba que necesitaba aguantar y decirles a mis padres que quería mudarme.

De repente, vivir con ellos para siempre no sonaba tan poco razonable.

Vamos, Pip. Puedes hacerlo. Necesitas hacerlo.

Uf. Había estado temiendo la conversación, aunque sabía que era inevitable. Me encantaba mi vida. Tenía dinero y privilegios y unos padres que me querían. La vida en la mafia era un trabajo estupendo si no te importaba la vigilancia constante, las amenazas constantes contra tu vida y un padre que aterrorizaba y alejaba a todos los que te rodeaban. Nada en mi vida era normal.

Eso no era necesariamente malo. Tenía todos los lujos que una chica puede pedir. Lo suficiente como para haber sido feliz. No
debería haber luchado contra un dolor constante por ver más allá de los muros que rodeaban mi mágico reino mafioso.

Pero Eva debería estar feliz en el Edén, y aun así buscó la fruta prohibida.

Así me sentía yo al experimentar la vida fuera de mi burbuja. El anhelo me arañaba las entrañas con más urgencia cada día que
pasaba, y esa voz interior había gritado más fuerte que nunca con la boda de mi prima.
Ver lo rápido que le habían arrebatado la libertad me aterrorizaba. Dos semanas. Eso era todo lo que le habían avisado antes de llevarla al altar con un hombre al que apenas conocía.

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