Pesadillas heredadas

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Mary abrió los ojos... Ante ella, yacía la imagen de su antigua habitación. Juguetes tirados por doquier, su armario en medio de todo... Era exactamente la forma en la que ella recordaba su habitación de niña, todo al milímetro. Pero aparte de eso, la habitación no era lo único que había cambiado, ella también lo había hecho. Se había rejuvenecido, pasó de tener 16 años, a tan solo unos 10 aproximadamente. En su mano tenía una linterna y podía escuchar como fuera de su habitación se escuchaban pasos pesados... Mala señal...

"Oh, no... ¿En serio? ¿Otra vez? Creí que esto ya lo había superado..."

Comentó la niña suspirando con pesadez y cansancio al saber que ahora tendría que combatir nuevamente contra sus pesadillas, tal y como lo hacía en el pasado cuando no era más que una simple niña pequeña y asustadiza. Era cuestión de tiempo para que los dos animatrónicos, el gato y el ratón, hicieran acto de presencia para intentar asustarla. Afortunadamente, la fémina ya había pasado por esto, así que no le costó mucho deshacerse de ambas criaturas. Fue como un paseo por el parque para ella, y tras pasar un tiempo, la pesadilla finalmente terminó y todo se oscureció...

Sin embargo, ella todavía no despertaba, y eso era algo realmente extraño... ¿Es que acaso la pesadilla aún no había acabado?

"¡Aaaaaaaaaah!"

De repente, el intenso grito agudo de un niño pequeño resonó por todo el lugar. No era un grito de dolor, sino uno de miedo y angustia, como si alguien estuviera observando algo traumatizante y horroroso. Mary, nada más escuchar el chillido, reconoció de inmediato la voz

"¿Gerald? ¡Gerald!"

La chica exclamó una y otra vez el nombre de su hermanito menor. Desesperada por ayudarlo, intentó de mil maneras diferentes ir hacia el lugar de donde provenía el grito, pero fue inútil. Estaba inmóvil en su lugar, no importaba cuanto intentase correr, era como si estuviese encima de una enorme plataforma de hielo resbaladizo. Al darse cuenta de que sus esfuerzos eran en vano, la castaña se llevó las manos a la cara, y con toda su impotencia acumulada, dejó escapar un intenso grito de desesperación de su boca...

"¡AAAAAAAAAAAAAH!"

Y fue entonces cuando justamente se despertó en su cama, sudando. Tardó unos dos segundos en darse cuenta de que ya se había despertado, dejó de gritar y lentamente se fue calmando. Había sido solo una pesadilla, y tampoco era como para ponerse así. Tras eso, hizo sus actividades matutinas y llegó al salón para comer su desayuno junto con su padre, y ya de paso, aprovecharía para hablarle sobre su sueño

"Oye, papá, tengo que decirte algo... He vuelto a tener una de esas pesadillas"

Confesó la castaña mientras le daba un sorbo a su taza de café con leche. Lógicamente, y como cualquier persona haría, el señor Schmidt reaccionó con preocupación

"¿Otra vez? Dios... Pensaba que ya habíamos resuelto ese problema... Llevabas años sin tener una de esas pesadillas... ¿Te encuentras bien?"

Preguntó el adulto recordando aquellos viejos y terribles tiempos en los que su hija sufría noche tras noche por no poder dormir bien a causa de sus pesadillas

"No, no, tranquilo, solo te lo quería comentar porque me parecía algo curioso. Tampoco fue tan horrible, sinceramente me fue fácil superar esa pesadilla"

Respondió la adolescente con despreocupación, restándole importancia al asunto y centrándose más en acabar su desayuno. Fue entonces cuando, de repente, su queridísimo hermano pequeño hizo acto de presencia en el salón

"¡Gerald! ¿Cómo estás, principito? ¿Has dormido bie-?"

Al fijarse bien en su apariencia, la fémina de quedó en silencio. Su hermano se veía sumamente descuidado, tenía el cabello desordenado, su piel era de un tono pálido casi tan blanco como la leche, su pijama estaba completamente empapado por su propio sudor, y lo más importante de todo: Estaba temblando y tenía una expresión de horror en su rostro

El multiverso de FNAF 2Where stories live. Discover now