Tiempos Oscuros de Familia: Intrigas y Lealtades

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Estaba en la entrada de la sala de reuniones cuando llevaron a la tía Daisy y su esposo, el tío Gustavo, con una enfañosa sonrisa en la cara para aparentar que tenían un matrimonio perfecto. Me dirigí a ellos.

Isabel: ¡Hola, mis tíos favoritos! ¿Cómo estáis? Espero que os encontréis muy bien.

Tía Daisy: ¡Hola, mi querida sobrina! Pues, como puedes ver, estamos muy bien. ¿Y tú qué tal? —preguntándome como si le interesara que estuviera bien, pero el sentimiento es mutuo, así que no me molestó.

Isabel: Ay, qué alegría que se encuentren bien. Muchas gracias, tía, por la preocupación. Y yo también estoy bien, como pueden ver en comparación con otros —respondí apartando la mirada y susurrando.

Tía Daisy: ¿Qué fue lo que dijiste?

Isabel: Nada —respondí rápidamente y cambié de tema—. Ah, por cierto, ¿cómo estás de la rodilla y del brazo, tío Gustavo? Espero que ya estés mejor —respondí con cara triste como si me importara.

Tío Gustavo: Muchas gracias, Isabel. No te preocupes, estoy mucho mejor. Ya casi no me duele.

Isabel: Ay, pobrecito. Espero que te recuperes muy pronto, tío Gustavo.

Tío Gustavo: Muchas gracias, Isabel. Te lo agradezco.

Isabel: No es nada —y con eso me giré y entré a la sala de reuniones, con un gran propósito que me favorecerá mucho...

El Despertar de la BestiaWhere stories live. Discover now