Juego Mortal: Entre la Verdad y la Supervivencia

33 23 5
                                    

Después de quedar completamente fascinada por esos seis misteriosos hombres y recibir un codazo que me dejó inconsciente, desperté en un lugar oscuro. Mi afinidad por la oscuridad no mitigó el hecho de que estaba atada a una silla, y esa incomodidad eclipsaba cualquier preferencia personal. Mis sentimientos en el rostro estaban prácticamente ausentes, pero eso era lo de menos.

—¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy? ¿Por qué me han traído aquí? ¿Quién les ha mandado? —pregunté, intentando obtener respuestas obvias. Aunque ya tenía una sospecha de que mi hermana Bella estaba detrás de todo, siempre delegaba sus acciones a terceros para ensuciar sus manos.

—Señora, ¿sabe por qué está aquí? —me preguntó uno de los hombres.

—Por favor, señora no, señorita. No me falte al respeto, no soy vieja que quede claro —respondí, sintiendo la necesidad de aclarar ese punto. No entendía cómo se atrevían a llamarme señora, cuando claramente no era el caso.

—Mire, esto no es una broma. Es muy serio —me dijo otro con expresión de rabia.

—Relájense, por favor. Les voy a dejar las cosas claras. No sé quién los mandó. Oh, espera, sí lo sé. Fue mi hermana, Bella —declaré, observando sus reacciones sorprendidas—. Bueno, parece que tenía razón. Esto es lo que vamos a hacer. Escuchen con atención. Si no me sueltan dentro de un rato, los mataré a todos. Pero si me sueltan, les prometo una generosa recompensa a cada uno —propuse, pero dudaba de que me tomaran en serio. Afortunadamente, ya no importaba, pues me había liberado.

Con las manos libres, mi siguiente paso era crear una distracción. Planeaba coger una de las armas que habían dejado descuidadas en una bolsa cercana y, finalmente, hacer frente a esos hombres. Las armas eran un deleite para mí, con rifles, escopetas y pistolas que despertaban mi interés. Lamentablemente, no había un silenciador, mi preferido.

Tomé dos escopetas, me puse de pie y apunté a las cabezas de dos de ellos. ¿Eran tontos? ¿Acaso ninguno llevaba consigo un arma? Tal vez esta fuera su primera vez en este tipo de situaciones. Cada vez sentía más desprecio por mi hermana. Alguno de ellos intentaba alcanzar una pistola cercana, pero con un gesto negativo de cabeza, le indiqué que no lo hiciera.

—Si alguno de ustedes intenta coger un arma o hace algún movimiento extraño, lo mato inmediatamente. ¿Entendido? —les advertí, preparándome para la ronda de preguntas, aunque ya sabía quién estaba detrás de todo—. Ahora, decidme, ¿quién os ha contratado? —pregunté.

—No vamos a responder. No somos chivatos. Si quieres, mátanos. No tenemos miedo de morir —respondió el rubio de ojos marrones.

—Está bien. Tú lo has querido —dije, quedándome un segundo con una expresión pensativa. Luego, le disparé. Aunque me gustaba, no obedecía. Una pena.

—Oye, ¿creéis que estoy bromeando? ¿Acaso tengo cara de querer pasar todo el día aquí? No, no. Vamos —estaba a punto de enfadarme, pero una idea cruzó mi mente—. Vale, ya lo sé. Tengo una gran idea. ¿Qué tal si jugamos a mi juego favorito de "responde o muere"? ¿Quién empieza...

El Despertar de la BestiaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant