Secretos Revelados y Guerra Desatada

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Estaba cansada ya, quería ir a casa porque tenía asuntos de los que encargarme. Les propuse jugar a "responde o muere", mi juego favorito.

—Estoy a punto de disparar, pero si me cuentan todo, tal vez deje a alguno con vida —dije, señalando con la pistola.

Uno de los hombres se adelantó: —Escucha, tu querida hermana Bella nos contrató para matarte sin que nadie se enterara. Tenía planes siniestros.

Sin pensarlo dos veces, les disparé a todos, pero dejé a uno con vida para darle una sorpresa a mi hermana. Después de resolver eso, me puse en contacto con mi secretaria y tomé uno de los coches de los secuestradores para ir rápido a casa.

Al llegar, mi abuela me esperaba en mi habitación, preocupada por mi aspecto.

—¿Qué pasó? No quiero que te metas en más problemas, Isabel —dijo mi abuela con tono de preocupación.

—Ya sabes cómo es esta vida, abuela. Nadie puede conmigo. Tú tranquila, sé cuidarme. ¿Por cierto, has ido al médico para la revisión?

Ella apartó la mirada y cambió de tema: —Deja de insistir con eso. Vamos a comer y dejemos de hablar de esas cosas.

—Por cierto, mañana tenemos la reunión con los directivos de la organización. ¿Vas a ir? —le pregunté.

—¿Cómo crees que voy a ir a esa reunión? No quiero verles la cara a esos monstruos que tengo por hijos y las sonrisas falsas de esos codiciosos directivos hablando tonterías.

—¿Pero cómo puedes hablar así, abuela? Me vas a dejar rodeada de lobos —le dije con ojos de cachorro.

—No voy a caer en esos juegos tuyos. Te conozco lo suficiente y sé que te las puedes arreglar. Bueno, me voy que es tarde. Duerme bien que mañana tienes un largo día. Adiós.

—Pero, abuela, ¿de verdad me vas a dejar sola? ¡Abuela, por favor, no me dejes sola! —le supliqué, pero ya se había ido.

Fui a mi habitación y de repente entró mi secretaria con cara de malas noticias.

—¿Qué ha pasado ahora? Te aviso que no estoy de humor para malas noticias si quiero dormir en paz —le dije, aunque no parecía que pudiera esperar.

—Es urgente. Tu tía... —interrumpió mi secretaria.

—¿Qué hizo mi tía ahora? —pregunté con preocupación.

—Me acaban de confirmar que hoy alguien sacó 2.5 millones de dólares de la cuenta de la empresa. Esa persona fue tu tía. También se reunió con los narcotraficantes italianos del norte, y al parecer, no es la primera vez.

—¿Qué? ¿Cómo puede hacer eso mi tía? ¿Cómo se atreve a traicionarme así, además con los italianos del sur? Esto no se lo voy a perdonar. Se va a enterar. No lo sabe, pero acaba de desatar la guerra... —dije con determinación.


El Despertar de la BestiaWhere stories live. Discover now