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La festividad había llegado, Crowley se había colocado ropa más rojiza que lo acostumbrado, haciendo alusión a las fiestas navideñas, Aziraphale por su parte se había colocado un suéter que su hermano le había regalado y entregado el día anterior, habían ido a comer para celebrar juntos antes de irse con sus parejas respectivas.

— Estuvo increíble la comida, mis dieses al chef.

— Tú hiciste la comida, querido.

— Dieses a mí, entonces. Aunque el postre que hiciste estuvo también de maravilla, mis miles al chef.

— ¿Es en serio, Anthony?

Crowley rió y Aziraphale rodó los ojos divertido, ambos se levantaron y dejaron los platos en la cocina, inmediatamente el albino los comenzó a lavar para no tener que tener tal responsabilidad al día siguiente. Mientras remojaba los vasos, pudo sentir cómo era abrazado por la espalda, era algo vergonzoso y parecía propio de películas románticas, solo dejó reposar su cuerpo en su pecho.

— Feliz navidad. — Susurró el pelinegro.

— Feliz navidad, ¿Estarás así o me ayudarás?

— Un ratito más.

— Bien, bien.

Le permitió quedarse allí, sabía bien que no era la primera vez que el de ojos miel se colocaba así, apegándose a su cuerpo y escondiendo su rostro en la unión de su hombro y cuello; agradecía haberse colocado bajo el suéter una remera con cuello, así no haría ninguna travesura. Estuvieron así un par de minutos hasta que el pelirrojo se dignara a ayudarlo, juntos terminaron mucho más rápido y fueron hasta el living que eran menos de cinco pasos; allí Crowley se acercó al árbol que habían armado y se agachó para agarrar a Adam que descansaba bajo las luces.

— Mi precioso michi, ¿qué te parece si abrimos regalos?

— Usas a Adam como excusa.

— Para nada, es que seguramente está acá porque sabe qué le van a regalar.

— Tienes un punto.

Aziraphale tomó el recipiente donde el minino comía y Crowley lo dejó abajo, Adam ronroneaba, pero pronto comenzó a maullar cuando el pelirrojo tomó el regalo, su olfato no engañaba a nadie. Tras abrir el envoltorio, abrió lo que era una lata grande de comida, allí llenó el plato y el minino tan rápido como le permitía su boca, se devoró lo que podía. La pareja rió contenta de haber atinado a los gustos de su hijo.

El siguiente al parecer sería el albino, pues Crowley reaccionó primero en tomar los regalos que le pertenecían al de ojitos celestes, Aziraphale agradeció sorprendido que fueran más de tres obsequios. El primero fue un abrigo bastante lindo y del tipo que más gustaba para estar en casa, el segundo un libro que tenía una buena sinopsis y por último algo bastante pequeño que al principio no entendía hasta que pudo descifrarlo, un muérdago.

— ¿En serio?

— Por supuesto que sí.

No pudo evitar sonreír entermecido, tomó aquel muérdago y lo elevó, Crowley totalmente feliz pero sin impacientarse, se acercó al albino para plasmar sus labios sobre los suyos, de inmediato movieron sus mandibulas con mucho afecto, terminando por Aziraphale abrazando su cuello. Al separarse, Crowley le mordió el labio tirando un poquito, y acarició la mejilla de su esposo.

— Me encantas.

— Mhh. — Se quejó bajito, le ponía los nervios de puntas aquellas incitaciones — Te toca abrir tus regalos.

— Yajú.

Con mucha dicha, el pelirrojo se sentó en el sofá con los regalos en sus brazos, uno a uno empezó abrirlos, primero los más pequeños que eran cremas especiales para la piel y cabello, al final Aziraphale se había decidido por darle regalos "menores" pero que sabía que le gustaría de todos modos. Al llegar al último, el más alto había quedado boquiabierto, se notaba que no podía creer lo que veía.

— ¿Eh? No me digas que son, ay, sí que lo son, ay Dios, oh Satán.

Emocionado vio cada portada, Aziraphale se le quedó mirando contento, al final ella tenía razón, a Crowley le encantaba esa serie, solo que como al albino no le había llamado la atención poco sabia que habían libros. El pelirrojo de inmediato se abalanzó a un abrazo aprovechando que estaban sentados uno al lado del otro, repitiendo varias veces lo agradecido que estaba.

— ¡A-Ay, Crowley!

— ¡Eres el mejor novio y esposo del mundo, Ángel! ¡Te amo!

— ¡N-Nhh!

Chilló de vergüenza, y cuando Crowley se calmó, el albino totalmente rojo la apretó la mejilla.

—Eres un tonto.

— Ay, pero es que estoy muy contento, no he tenido la oportunidad de comprarme estos tres últimos libros, de hecho, ni siquiera sabía que eras consciente de mi fanatismo.

— ...Me costó, pero llegó la inspiración.

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MEJOR TARDE QUE NUNCA, Feliz navidad nuevamente ♡

Gimme Love!!  [Ineffable Husbands]Where stories live. Discover now