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Un mes siendo novios.

Era una de las cosas que contaba, así como los días que llevaban de casados, cuántos meses lo llevaba conociendo. Sin embargo, el primero era ahora su prioridad, el día que Crowley le había sorprendido con el ramo de flores artificiales que ahora mismo estaba viendo en su cuarto.

Lo había dejado ahí en un macetero para que luzca natural, lo mejor de todo es que perdurarían toda una vida si eran alejadas de la humedad. Sonrió como un tonto enamorado, había veces que no podía creer que después de tantos problemas y disgustos podía ser pareja con aquel hombre idiota.

— Ángel, Ángel — Llamó el pelirrojo asomándose en la habitación del albino. El aludido se sobresaltó, era demasiado asustadizo y más con la extraña habilidad del más alto en aparecer cuando estaba en sus momentos de reflexión.

Le miró por sobre el hombro, frunciendo un poco el ceño.

— ¿Pasa algo, querido?

— Sí. ¿Puedo comerte a besos?

— ...¿Eh?

Sus pómulos se alzaron en una mueca de confusión, tras ello su rostro se enrojeció. Eso había sido totalmente inesperado. Se dio vuelta cruzándose de brazos, Crowley entró a la habitación riéndose.

— Eso, si te puedo comer a muchos besitos.

— ¿Por qué me preguntas eso?

— ¿Eso quiere decir que puedo comerte sin preguntar? — Preguntó de vuelta, coqueto.

Eran las tres de la tarde, todavía no almorzaban pues se estaba calentando la comida, Aziraphale se había tomado un descanso viendo aquellas flores y ordenando su cuarto. Cada uno había estado en lo suyo hasta que ahora de la nada, sin contexto alguno, su novio le pedía eso.

Aún con sus brazos cruzados entrecerró sus ojos.

— No... Es decir....

Besos, algo que estaba siendo casi normal entre los dos. A diferencia de Aziraphale, quien era más de apegarse al más alto sin ningún motivo; Crowley era de ese tipo de personas que prefería besar, no solo en los labios, sino en cualquier parte y en cualquier momento. Por eso se había acostumbrado a que le besaran, pero se quedaban en simples choques tiernos.

Ahora quizás con esa pregunta entre líneas le estaban preguntando si podían hacer algo más que simplemente unir labios.

— Piensa como un regalo por nuestro primer mes juntos.

— ¿De quién a quién?

— Puedes decidir eso tú.

— ...Uh. — Sopesó por un momento en su respuesta, mientras tanto Crowley se acercó más, lo suficiente para abrazarlo por la cintura — De mí para ti.

— Heh.

Crowley terminó por besar sus labios sin mayor problema, Aziraphale tuvo que deshacer su postura para reposar sus manos en el pecho ajeno. No obstante, por más que estuviese esperando que el pelirrojo hiciera algo más. Se separó al par de segundos con una pose de inocencia.

Eso dejó a Aziraphale confundido, pero no solo eso, totalmente engañado.

— ¿¡Qué fue eso!?

— Pues me iré a pensar en un regalo de mí para ti, ya que lo otro es de ti para mí.

— ¡Anthony Crowley! ¡No te irás de acá!

El pelirrojo se había dado vuelta en ademán de retirarse de la habitación, mas, Aziraphale fue más rápido y cerró la puerta poniéndose entre la puerta y él. Crowley estaba aguantándose la risa, se le notaba, y Aziraphale apenas podía ocultar su sonrojo por sus actos impulsivos.

Crowley le había tendido una trampa.

Tomó sus manos y las puso en sus propias mejillas, y hasta ahí quedó toda su valentía.

— Pfft. Ángel. — Rió por debajo Crowley, alzó una ceja con una sonrisilla coqueta — ¿Te dejé con ganas?

— No. Pero no te puedes ir así como así. Estábamos en medio de algo...

— Mmm.

El pelirrojo ahora que tenía sus manos en las tibias mejillas de su pareja, solo acarició con sus pulgares su delicada piel. El ojiceleste se quedó quieto, veía su rostro complaciente, a veces detestaba lo pillo que era, se le era muy fácil salirse con la suya. Despacio también tomó los mofletes de Crowley para atraerlo a él, con ello cerró sus orbes para volver a lo de antes.

El ósculo fue correspondido, Crowley había pasado sus falanges hasta la cintura adversa y no hizo más, estaba claro que esperaba que Aziraphale tomara esa iniciativa. Darle valor.

Así lo hizo, abrió la boca solo para iniciar un torpe movimiento de mandíbulas, del cual ambos se unieron y empezaron a conocer un poco más del otro. Aziraphale sintió un ardor potente en su pecho, un fuego vivo que le hizo tener pequeños escalofríos, era una sensación que le quemaba pero no molestaba, sus dedos subieron hasta el cabello rojizo de su pareja y los tensó enredandose entre las hebras. Pudo escuchar algo similar a una risa por parte de Crowley.

El beso no duró más de medio minuto, allí Aziraphale se separó apenas con los labios todavía rozando los impropios. Sin querer separarse de esa calidez.

— Ángel... ¿Ahora sabes por qué me gusta besarte? — Susurró Crowley, depositando un besito con tal de apartar más su rostro, sin dejar de abrazarlo.

El pobre lo miró atontado, su labio inferior tembló.

— Te voy a tirar de las mechas...

— Seguro me termina gustando. — Bromeó

Ahí Aziraphale pudo espabilar, hizo una mueca y deshaciendo toda postura receptiva, le tomó el cabello y tironeó un poco hacía atrás. Crowley rió dejando de abrazarle.

— ¡Yaya! ¡No me rapes!

— ¡Demonio tonto! Feliz día.

Le soltó y abrió la puerta, sentía que se le quemaba la comida.

Ambos almorzaron como si nada, solo en la noche Crowley le devolvió el mismo beso, esta vez durando media hora entre diminutivas pausas por la necesidad de aire.

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Gimme Love!!  [Ineffable Husbands]Where stories live. Discover now