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Más de una ocasión había fantaseado una posible relación con Crowley, aquellos momentos donde se ilusionaba y hasta llegaba a imaginar cómo sucederían las cosas, no obstante, solo fueron posibilidades, podría haberse equivocado y eso justamente pasó.

Siempre pensó que Crowley sería el propenso a apegarse, ser una garrapata pegada a su piel. Por desgracia resultó ser al revés.

Crowley estaba de pie jugando con Adam, tenía un palo donde en el extremo tenía amarrado un pequeño peluche que hacía un pequeño sonido al golpear algo. Al minino le encantaba correr de esquina a esquina tratando de coger el juguete, de vez en cuando deslizándose por el suelo. Al pelirrojo me entretenía eso, pasaba más de media hora haciendo lo mismo.

De vez en cuando Aziraphale le observaba desde el sofá, era difícil concentrarse en su lectura si veía a su preciosa mascota jugando con energías, estaba grande y se notaba que lo cuidaban bien; había veces que le peinaba y le daba alimentos como premio cuando se portaba como se debía, sin subirse a muebles o tirando objetos al suelo.

Aún así, aquello no era su principal distractor, el culpable era Crowley quien tenía un semblante tranquilo y contento, una sonrisa natural que había de sus comisuras estirarse suavemente; con verlo le daban unas inmensas ganas de abrazarlo y acurrucarse.

Su labio tembló, esos deseos lo devoraban diariamente y varias veces se rendía cumpliendo su capricho de apegarse. Ya llevaban una semana desde que eran pareja.

Y es que, cuando el más alto estaba en casa usaba abrigos anchos que hacían que la figura de su cuerpo se perdiese dentro de la ropa. Dejó el libro a un lado, sin olvidarse de poner el marca página, tras ello de levantó y caminó lentamente al lado de su novio.

— ¿Tienes hambre? — Preguntó Crowley sin detener el mover del palo, Aziraphale tampoco le miró, los movimientos del gato eran hipnotizantes.

— Un poco, ¿no me tocaba cocinar hoy?

— Nop, me toca a mí.

— Ah... Eso sí, creo que hay poco en la despensa.

— Ay nooo. — Su tono de volvió dramático — No me gusta comprar.

— No creo que te guste vivir sin café amargo por las mañanas.

— Qué desgracia. Pasado mañana entonces debemos ir.

— Sí...

Se quedaron en silencio, Aziraphale aprovechó ese momento para girar su cuerpo y con timidez extender los brazos apegándose al pelirrojo. Sus brazos instantáneamente rodearon su cuerpo, era delgado, fácilmente perdía anchura que proporcionaba el polerón como una ilusión visual.

Como no era primera vez, conocía bien la reacción de su esposo, primero era la impresión, una risita adorable y por último la correspondencia.

Era maravilloso ser rodeado por sus brazos, era muy cómodo y le daba chance de cerrar sus celestinas orbes y relajarse. Era el perfecto antiestrés.

— Me encanta que seas así. — Habló él.

— No entiendo...

— Pues, cariñoso. — Contestó Crowley, acariciando su espalda de arriba y abajo, a Aziraphale de le escapó un suspiro de comodidad — Hehe, eres como un gatito, Adam se pondrá celoso.

— Si sigues dejaré de abrazarte...

— Pues te abrazaría yo.

— Uhg...

Crowley rió otra vez, depositando un beso en la frente de su pareja. Habiendo que Aziraphale hundiera su cabeza en su pecho usándola para negar avergonzado de sus besitos.

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Gimme Love!!  [Ineffable Husbands]Onde histórias criam vida. Descubra agora