8:00 𝙋.𝙈.

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—Suena a que tuviste una semana difícil

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—Suena a que tuviste una semana difícil.
—Demasiado —soltó en un pesado suspiro.

Cuando Aziraphale terminó de ordenar el estante con los últimos libros que se encontraban en el carrito, se acercó y tomó asiento delante de ella.

—¿Qué hay ti? ¿Qué ocurrió mientras me ahogaba en exámenes?
—Bueno, pasé por unas cuantas cosas —se removió en su sitio—. Primero, mi jefe me dio una propuesta de trabajo, pero la rechacé. Conocí a Muriel, una niña más que increíble, cuando su jardín vino de visita a la biblioteca, Crowley y yo la ayudamos en un concurso de cuentos y ganó el quinto puesto con su cuento sobre una familia de patos —sonrió—. ¡Oh!, y Crowley me invitó a tomar unas copas de vino en su casa.

Por un momento, Anathema se perdió en el aura de su amigo.

Se lo diría, pero se lo está guardando para sí misma hasta refutar una hipótesis que tiene, y es que, el aura de Aziraphale era algo muy curioso de ver. Con la primera noticia el aura se movía de manera asustada, como si quisiera huir, con la segunda noticia se calmó, incluso emanaba paz, y con la tercera noticia brillaba y bailaba cual llamara de fuego, hasta que, de un momento a otro, comenzó a moverse de forma errática.

—¿Aziraphale? —llamó preocupada—. ¿Todo bien?
—Sí, todo bien —respondió con la mirada perdida—. Lo siento, me perdí un poco con todo lo que ocurrió la anterior semana.

Tomó la respuesta aunque no le convencía del todo. Su preocupación se elevó cuando Aziraphale le dedicó una sonrisa forzada, la podía detectar con facilidad, seguro lo hacía para no rebuscar más en el tema.

Soltando un leve suspiro, decidió que era mejor dejar que el propio Aziraphale dijera eso que le andaba molestando, no quería darle algún efecto de tristeza en ese momento, menos ahora que están hablando después de una semana entera. No quería causarle daño.

—Entonces... ¿Crowley y tú adoptaron una niña? —sonrió con burla.
—¡Qué cosas dices! —gritó avergonzado.

No pudo contener una sonora risa, más cuando vio el rostro sonrojado al máximo de su amigo, quien intentaba ocultarlo sin lograrlo.

—Lo siento, confundí un poco las cosas —dijo, intentando detener su risa.
—Demasiado —regañó molesto.
—Ya —alargó—, no te molestes, solo era una broma.
—Puff, broma mala.

Solo le quedó cruzar los brazos, pero ese sonrojo le restaba seriedad a su molestia por la broma. Más que dar miedo, daba ternura. Ahí estaba Anathema con dolor de estómago intentado contener la risa, hasta que soltó un largo suspiro y logró recuperar la compostura.

—Bueno, ¿y eso de rechazar propuestas de trabajo?
—Ah, sí, bueno, mi jefe me ofreció trabajar en una nueva sucursal pronto a inaugurarse con el mayor rango, pero el lugar estaba lejísimos. No tengo los recursos como para mudarme, además de que, no quiero alejarme de ustedes. Son lo mejor que me ha pasado. Por suerte todo salió bien.

𝙴𝙽𝚃𝚁𝙴𝚃𝙴𝙽 𝙼𝙸 𝙵𝙴 | 𝘎𝘰𝘰𝘥 𝘖𝘮𝘦𝘯𝘴Where stories live. Discover now