𝙀𝙋𝙄𝙇𝙊𝙂𝙊

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—... Nunca pensé en tener esa conversación, y la verdad, estaba temblando del miedo, bueno, no es que sea un cobarde, pero estoy muy lejos de verme con ese rol, no sé si lo haría bien.

La brisa hizo de las suyas meciendo las hojas y pétalos del ramo colocado en el suelo. Eran unos hermosos girasoles, crisantemos y unos camelia blanca adornando el mármol. Crowley lo tomó como respuesta.

—Sí, hablaré con él después —soltó en un suspiro—. Sabes, siempre trato de imaginar cuál hubiera sido tu reacción al conocer a Aziraphale, el cómo se llevarían. A mamá le encanta que vayamos a visitarla, así que lo hacemos seguido. Mamá ama a Aziraphale, bueno, sí te conté que ella le ayudó a buscar su traje de boda cuando nos casamos, eso dice mucho.

Por unos segundos guardó silencio admirando su anillo bañado en oro, recordando desde el día en el que le propuso matrimonio a Aziraphale hasta cuando oficialmente se casaron.

—Bueno, tengo que ir a por Aziraphale, hoy es la graduación de Muriel de la primaria y fuimos invitados, y yo no me perdería ningún paso de ella. Gracias por escucharme, nos vemos, papá.

Cuando su padre falleció, Crowley se negaba rotundamente a visitarlo en lo que ahora era su zona de descanso eterno. No quería ver un simple pedazo de mármol con el nombre de su padre grabado, menos la fecha en la cual pereció. Pero, cuando dio con Aziraphale, la situación dio un giro grande en su vida, y hablando con él, su perspectiva mejoró.

Aun le es difícil intentar comprender la fascinación, admiración, incluso el amor, que le tienen a un Dios. No entendía por qué algunas personas se encomendaban, dejaban todo en manos de alguien que ni siquiera sabían si existía, pero Aziraphale le explicó que de ahí viene el primer punto.
No es que las personas no estén cuerdas o ciegas para decir que un Dios existe, solo lo hacen, y de ahí deriva el siguiente punto, que es la fe.

Hace algunos años, Crowley inició un paso firme manteniéndose con la fe en que su padre lo cuida y lo guía con susurros que le salen del corazón. Por eso mismo, cada que puede y le surge un problema o duda, acude al nicho de su padre en busca de calma junto a una respuesta.

En su Bentley, ya de camino a la librería, pudo visualizar a un apurado Newton corriendo por la acera, con un ramo de flores y una caja roja entre manos. Al llegar al semáforo, Newton se detuvo y detrás suya Crowley.

—¿Te llevo? —preguntó, bajando la ventana.
—¡Dios, Crowley! ¡Qué alegría verte! Sí, por favor, si no es una molestia.

Con un gesto de su mano, indicó a Newton subir al Bentley. Pudo ver con más detalle el ramo de flores, estaba hecha con flores de azafrán, rosas moradas y unos lirios, además, se dio cuenta de que aquella caja roja eran unos chocolates, pero no cualquiera, eran de una marca prestigiosa.

—Supongo que vamos al mismo destino.
—Supones bien —dijo, poniendo en marcha su Bentley.

Soltando un suspiro, Newton se relajó en su asiento.

𝙴𝙽𝚃𝚁𝙴𝚃𝙴𝙽 𝙼𝙸 𝙵𝙴 | 𝘎𝘰𝘰𝘥 𝘖𝘮𝘦𝘯𝘴Where stories live. Discover now