-Está bien, me quedó todo muy claro.-dijo haciéndose el ofendido.
-Perfecto. ¿Eso significa que adiós boda?
-No, eso significa que si tu vida era miserable, ahora será peor.-dijo. Lo miré incrédula.
-¿A qué te refieres?-dije desconcertada.
-Ya verás.-me dijo. Arrugué la nariz, de verdad no entendía.
-¿Qué me harás Dereck?
-He tenido compasión, ¿sabes?-dijo. Blanqueé los ojos mientras él me observaba.- De verdad no te lo esperaras.-dijo. Creo que comienzo a entender a que se refiere.- Estas castigada pequeña, por mal comportamiento.- Oh por Dios, me la mandé.
-No comprendo Rasendiz.-le dije tragando saliva.
-¿Quieres que te explique aquí?-me dijo maliciosamente. Sexo.
-No me expliques nada imbécil.-estaba enojada.- Ya te he dicho que no me pondrás un dedo encima.-agregué. Llegó el mozo.
-¿Van a querer postre?-preguntó cordialmente.
-Si, helado por favor.-dijo. Me observó a mi esperando que yo pidiera, me quedé callada. Se aclaró la garganta, seguí mirando en dirección a otra familia que cenaba. Britney.-dijo finalmente.- ¿Vas a querer postre?
-No.-dije secamente. Ni siquiera lo miré.
-Si sigues así no tendremos luna de miel.-acotó luego de que el hombre se fuera.
-Me importa tanto.- hágase notorio mi sarcasmo.
-Compórtate como se debe, no tienes seis años.
-Ojalá los tuviera, ojalá no tuviera 16 y ojala no te tuviera cerca.
-Algún día te arrepentirás de haber dicho eso.
-No lo creo.-fruncí la boca. Desvié la mirada de nuevo. Lo sentí reír.- ¿Qué es lo gracioso?-pregunté seria.
-Es que no sabes lo que me excita cuando te pones así.-dijo. Abrí la boca en señal de sorpresa y luego me levanté de la mesa.- Ven aquí.-me dijo.
-Déjame ir al baño.-casi grité.
-No me montes un show aquí mismo.-dijo enojado.- Vuelve rápido o te iré a buscar.-dijo molesto
Caminé hacía el baño y me apoye contra la mesada para observarme al espejo. Simplemente tenía ganas de que un ovni llegara al baño y un alien me llevara a Marte con él. Las lágrimas se llevaron el rimel hasta mis mejillas mientras que una mujer con una niña entraban al baño. Tomé papel e intenté cubrir mis lágrimas.
-Quédate aquí, ya salgo.-le dijo a la niña. Supuse que era su hija.
-Si.-asintió la nena de cabellos dorados.- Me quedo aquí.-dijo sonriente.
La mujer se encerró en un pequeño baño y la pequeña me observó, desvié la mirada.
-Hola.-dijo con una fina voz.
-Hola.-respondí abriendo mi bolso.
-¿Estás bien?-preguntó entrecerrando sus celestes ojos.
-Si.
-¿Uno llora cuando está bien?-preguntó.- Mami, hay una niña llorando.-gritó luego.
-No, no, no estoy llorando.-le dije.- Es solo que me entró algo al ojo.-expliqué, pero no tenía por qué hacerlo.
-¿Por qué lloras? ¿Tu gatito murió?-preguntó tiernamente. La cadena del baño se hizo escuchar y segundos después la mujer salió del pequeño baño.- Mami, ella está triste.-le avisó. La mujer me miró.