14 : Me fascinas

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Después de la plática que tuve con Julia, no he dejado de pensar en la situación tan difícil por la que debe estar pasando la pequeña, y no solo ella, sino Isabel también, aunque ella logra disimularlo con el cúmulo de trabajo que hemos tenido en los últimos días.

—Tierra llamando al planeta de babeo por la jefa— la voz de Benjamín me saca del trance.

—Tonto.

—Yo no tenía esa expresión —continúa con su burla—. Te estaba preguntando si estás lista. Isabel saldrá en cualquier momento y yo nunca vi que fueras por tus cosas.

—Están en los casilleros —miento y mi respuesta lo deja conforme pues regresa a su sitio.

No puedo dejar que Benjamín descubra que mi equipaje está listo en el maletero de Isabel, desde en la mañana que ella pasó por mí. Así que me concentro en apagar mi equipo y en revisar nuevamente las agendas, para constatar que nuestra ausencia no intervendrá en los compromisos de Isabel.

Desafortunadamente, tenemos vía libre y no hay una excusa perfecta para evitar la tragedia de ir a la locación, para fingir ser alguien que no soy frente a la lente de la cámara.

La puerta se abre e Isabel sale con una expresión entre alegre y estresada a la vez. No sé cómo puede con todo esto.

—¿Nos vamos? —pregunta y me pongo de pie inmediatamente como respuesta, provocando una discreta sonrisa en su rostro—. Benjamín por favor encárgate de mis llamadas, cualquier cosa urgente sabes cómo encontrarme. Confirma al equipo que vamos en camino para que tengan todo listo.

—Claro jefa —le asegura Benjamín.

Isabel sigue su camino y voy tras ella, deseando que en cualquier momento una modelo profesional aparezca para salvarme, pero sé que eso no sucederá.

—¿Nerviosa? —pregunta Isabel una vez que llegamos al auto.

—¿Puedo renunciar en este momento?

Sus ojos se ponen blancos con mi respuesta y acelera un poco para incorporarse a la vía.

—No digas tonterías Mónica, todo saldrá bien —me alienta—. Será un lugar agradable y el equipo de producción es bastante bueno para hacerte sentir en confianza.

—No dudo de su talento, sino del mío.

La mano de Isabel se extiende hasta posarse sobre mi pierna y, tras dejar un pequeño apretón, una risa escapa de sus labios.

—Yo diría que talento sí tienes.

No puedo evitar sonreír con su manera tan sutil de hacer que mis nervios se aligeren y, entonces, mi mente se enfoca en ella y no en lo que está por venir.

Conduce concentrada, pero sin dejar de dedicarme una que otra mirada a lo largo del camino para cerciorarse que no he saltado del auto intentando escapar.

Después de algunos minutos el paisaje se hace boscoso y la temperatura comienza a disminuir algunos grados haciendo que pueda justificar mis temblores con la tonta excusa del clima.

Al bajar del auto, me doy cuenta de que hay algunas camionetas estacionadas y un grupo de personas, que a veces suelo ver en los pasillos de la empresa, se encuentra afinando los últimos detalles de la iluminación, reflectores e incluso el vestuario.

Isabel se acerca a cada uno de ellos para asegurarse que todo vaya en orden y esté listo, mientras una mujer se encarga de guiarme para mostrarme la ruta a un camerino improvisado pero acogedor, en donde ya tengo una serie de prendas esperando por mí.

RelámpagoWhere stories live. Discover now