07 : No quiero que estés aquí

648 84 14
                                    

 

Es increíble como un día tan importante en el pasado, tiende a volverse un recuerdo amargo que solamente te hace querer que la fecha pase de largo, sin necesidad de existir durante veinticuatro horas, las cuales solo te provocan tristeza.

Intento que mi trabajo me mantenga ocupada y vaya que lo hago, pues he estado por un buen rato al teléfono y por más que lo intento, cada que realizo la llamada, me dejan en espera y no logro contactar con la agencia de modelos que Isabel tanto desea.

No puedo defraudarla tan rápido, así que decido intentarlo más tarde, como todos los días.

—¿Ya te fastidió el empleo? —la voz de Elena, acercándose a mi lugar, me hace poner los ojos en blanco por todo el veneno que suelta cada vez que habla.

—No soportas verme aquí, ¿verdad? —respondo haciendo caso omiso a su pregunta.

—Al contrario —se burla mientras mantiene su ceja en alto y me mira con aires de superioridad—. Disfruto verte donde debes de estar, como una simple asistente a quien su jefa utiliza como un gatito nuevo que, en algún momento, pasará de moda...

—¿Por qué me odias tanto? —cuestiono sin comprender y de repente mi mente se ilumina con una posible y absurda teoría— Es porque tú querías mi puesto, ¿no es así?

—¿Yo? ¿Querer algo de ti? —se ríe amenazante— No, yo ya tengo lo que necesito.

—¿Y qué rayos quieres conmigo?

—Nada... —responde con una falsa inocencia mientras me guiña un ojo y se aleja, al ver que Benjamín sale de la oficina de Isabel.

—¿Todo en orden? —pregunta él y asiento de inmediato, aunque, por su mirada de análisis, sé que no logro convencerlo del todo— Isabel quiere verte.

Tomo un largo suspiro para intentar pasar el mal momento que tuve con Elena y me levanto para ir a ver a Isabel, sin embargo, apenas doy unos pasos y aparece el miedo de decirle que aún no concretamos nada con la modelo que desea.

Al entrar, ve mi actitud derrotada y solo masajea sus sienes para aliviar algún posible rastro de estrés, que seguramente le estoy provocando.

—Por tu cara —menciona con seriedad—, creo que no has logrado contactar con la agencia.

—Tú lo has dicho —respondo resignada y esperando que no se enoje.

—Aún tienes tiempo —me alienta a pesar de la ligera molestia que se percibe en su voz—; ese será un detalle que revisaremos después. Mientras tanto, necesito saber si tienes algo que hacer por la tarde.

—Eh...

¿Otra fiesta de la empresa? El recuerdo del incidente que tuve con la droga en mi bebida, no me deja pensar en una respuesta clara.

—A no ser —exhala pesadamente—, que tengas que salir con tu novio —remarca esa última palabra.

—Sergio no...

—¿Sergio? —me interrumpe con un gesto de total extrañeza y sorpresa.

—No es mi novio —le aclaro mientras observo atentamente su reacción, pero parece que solo me analiza en silencio y no sé si es por el hecho de mi aclaración o si es por algo más.

—Como sea —responde con desinterés—. Tendremos un coctel esta tarde —indica y, como siempre, suena más como una orden—. Nada formal, sin embargo, necesitamos quedar bien con esa empresa porque pienso formalizar una alianza muy importante con ellos en el futuro.

—¿Tengo que asistir?

—Dije tendremos un coctel, ¿algún inconveniente? —pregunta retóricamente y divirtiéndose con mi reacción— Me vas a acompañar Mónica, ¿necesito decir que es una orden?

RelámpagoWhere stories live. Discover now