Más relleno que Naruto (27)

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Lo observé realmente por primera vez. Era joven, tal vez unos 25 años, cabello rojo como el fuego, barba corta y prolija, con la piel tostada casi dorada y unos misteriosos ojos esmeralda. Era un tipo atractivo ciertamente, no sé como no lo había notado antes.

Ah. Cierto. Porque se esconde en mi sombra.

Pensé en Delisse. Su cabello era castaño y solía llevarlo atado en un moño. Era pequeña y menuda, pálida como la leche, con facciones algo aniñadas, con una personalidad adorable y burbujeante, siempre dispuesta a ayudar.

Acaso..?

—Ser Rorkin... Puede ser que ella le... — Elegí mis palabras con cuidado para no espantarlo. —Agrade?

—Bueno... A decir verdad... Es una jovencita agradable... —Entrecerré los ojos.

—Agradable como una muy buena amiga o agradable como papá encuentra a mamá?

—Vizcondesa! —Dio un paso atrás, horrorizado. No pude evitar reírme.

—Lo siento, de verdad. —Caminé para ponerme a su lado. —Quieres que le pregunte si tiene pretendiente? —Abrió tanto los ojos que pensé que le saltarían. —Vamos, Ser Rorkin, es un caballero de la guardia del Emperador, no actúe como un niño. Le gusta. Le preguntaré si es soltera. —Le di una palmadita tranquilizadora en el hombro, sonriendo.

Ahhh..! El amor joven..!

Al llegar a mi destino, dispensé al hombre. Con suerte su descanso coincidiría con el de Delisse y podrían pasar tiempo juntos en el comedor.

La biblioteca estaba vacía. Me resultó extraño puesto que aún había varios invitados en el palacio.

'Oh, cierto. La Duquesa de Tuania.'

Las chicas habían hablado de la fiesta de té que iba a organizar la mariposa social del Imperio, lamentando que no me hubiese invitado. Yo, por el contrario, lo agradecí. Hubiese sido una situación en donde nadie ganaba: Si iba, habrían rumores, si rechazaba la invitación, habrían rumores.
Ahora, al menos, la gente entendería que la Duquesa era amiga de la Emperatriz y tenía sentido que no me invitara.

Toqué la espina de un libro con el dedo. "Hilos de magia". Contuve la risita ante la sinopsis cursi de la contratapa y volví a dejarlo en su lugar.

'Hm. Magia...'

El profesor Rethall ya había solicitado el campo de entrenamiento, pero Sovieshu había decido esperar hasta pasada una semana de la firma del concubinato para dar la autorización. Tal vez quería que todos los soldados supiesen quién era para evitar malos entendidos o situaciones incómodas, pero esto eran suposiciones mías. No había preguntado realmente.

Continué recorriendo los estantes hasta encontrar una novela que parecía ser interesante, y tomé asiento en uno de los mullidos sofás junto a la pared, preparada para perderme en el mundo de fantasía por un largo tiempo.

—Oh, Vizcondesa, muy buenas tardes.

La voz me sobresaltó, sacándome del campo de batalla, justo en el momento en donde Kornell descubría que Ariadne, su amada, era en realidad la hija del cruel dictador Farhan y que toda su relación había sido una mentira. Levanté la vista.

Ergy.

Carajos.

Sonreí cortésmente, cerrando el libro. Mi tarde tranquila se había arruinado.

—Duque. —'Disimula y ve rápido hacia la puerta.'

Había elegido sentarme en el rincón, y maldije mi decisión cuando el desgraciado se sentó junto a mí, cortándome el paso.

—Me alegra verla de nuevo. Me quedó un mal sabor de boca luego de nuestro primer encuentro. Temía que me estuviera evitando a propósito. —No, no, no, no... Bueno, sí. Puse mis mejores ojos de cordero.

—Oh, no, Duque! Lamento haber dado esa impresión. Es solo que trato de mantenerme junto al Emperador. Soy su concubina, después de todo. Mi deber es hacerlo feliz. —Remarqué ligeramente mi estatus solo para dejar en claro con quién se metía.

—Su Majestad Sovieshu tiene suerte de tener una mujer tan dedicada a él a su lado. —Sus palabras no destilaban veneno, pero conocía al hombre detrás. Detestaba a las amantes.

Y con razón. Lady Alessia era una basura de ser humano. Pero yo no tenía nada que ver con eso. Las ganas de picarlo con el asunto de su "madre" salvándolo de las llamas me carcomían, pero este hombre era inteligente y tenía un enorme poder de manipulación. No quería enemistarme con él sin motivos. Si había venido a arruinarme, iba a tener que esperar pacientemente a que intentara algo antes de responder.

No tardó en mostrar sus verdaderos colores. Apoyó el codo en la mesa y descansó el mentón en su mano.

—Oh, Vizcondesa, está enterada sobre la fiesta de la Duquesa de Tuania? —Asentí. —No puedo creer que no la haya invitado. Como usted bien dijo, es la concubina del Emperador. Dejarla afuera de un evento tan importante es un insulto muy grave.

Ah, quería ponerme a hablar pestes de la gente importante. Arrugué los labios, fingiendo que pensaba.

—La amistad de la Duquesa con la Emperatriz es bien conocida. No la culpo por dejar bien clara su alineación. —Me encogí de hombros. —De hecho, lo agradezco. La fidelidad que tiene con Su Majestad es admirable. Si fuera una amiga dudosa, no me gustaría relacionarme con ella. —Sus ojos verdes, clavados en los míos, no demostraron emoción alguna cuando sonrió.

—Ya veo. —'Víbora rastrera, no vas a enredarme en tus juegos.' Me puse de pie.

—Lamento terminar nuestra conversación tan abruptamente, pero debo volver a mi habitación. Llevo varias horas aquí y mis sirvientas deben estarse preguntando en dónde estoy.

—Por supuesto, Vizcondesa. —Imitó el gesto y movió la silla para dejarme paso. No recordaba de dónde había sacado el libro, pero como tampoco lo había terminado, supuse que no habría problema si me lo llevaba y lo devolvía luego, así que me dirigí directo a la puerta.

—Es un placer conversar con usted, Duque. —Me reverencié manteniendo la compostura, pero incapaz de contener las palabras que escaparon de mis labios. —Por favor, envíele mis respetos a sus padres. Escuché que su madre se encontraba pobre de salud. Dígale que le deseo una pronta recuperación.

Sus labios se convirtieron en una fina línea, pero antes de darle tiempo a contestar, voltee y giré el pomo de la puerta.

Sin éxito.

'Eh?'

Fruncí el ceño y sacudí la cosa. Por qué no abría? Cuándo se había cerrado? QUIÉN SUPERVISABA LOS CERROJOS EN ESTE PALACIO!?

—Hay algún problema, Vizcondesa Rashta? —La presencia de Ergy a mis espaldas se volvió más amenazante. Sus palabras colmadas de miel y falsa preocupación dispararon todas mis alarmas internas.

Carraspee, disimulando mi malestar.

—Parece que no puedo abrir la puerta.

—Ah! Escuché que es un problema bastante común en el Palacio Sur... Permítame... —Tras intentar abrir, suspiró. —Parece que deberemos esperar a que alguien venga y abra por fuera. El Palacio Sur es hermoso y está bien equipado, pero algunas partes son muy antiguas y presentan este tipo de inconvenientes. —Sonrió.

Era obra suya, verdad? Nunca, ninguna puerta se había cerrado de esa forma en el ala del Emperador. Y estaba segura de que las chicas o Ser Rorkin me habrían advertido que pusiera un tope o algo así si fuera tan común como él decía...

Pero, qué quería lograr con esto?

Ayuda! Reencarné en la Rata!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora