ㅡBuenos días estrellita, ¿tienes hambre verdad?ㅡ El menor se emocionó al ver su biberón, siendo levantado de la cuna para ser llevado a la cama junto a su madre. ㅡHace un poco de frío, quedémonos juntos para estar calentitos.

La azabache tarareaba con una de sus manos acariciando la pequeña espalda del pequeño que volvía a caer en la profundidad de sus sueños, la azabache no podía estar más contenta porque significaba que podían dormir treinta minutos más y con suerte cuarenta y cinco. Al momento en que su pequeño cerró sus ojos ella también lo hizo para seguir descansando.

Sin embargo esa tranquilidad se esfumó tan rápido como reventar una burbuja.

La puerta de su habitación había sido abierta bruscamente, haciendo bastante ruido y asustando no solo al pequeño, si no también a su madre que apenas se reincorporaba para cargar al pequeño tembloroso.

ㅡKang Sakura, empaca tus cosas inmediatamente y desaparece de esta casa.

En la puerta estaba una mujer de mediana edad con su bata, se veía cansada pero sobre todo molesta, detrás de ella también había un hombre mayor con las mismas expresiones con un periódico en sus manos. En una página había una nota amarrilista sobre la familia.

ㅡ¿Mamá, de qué estás hablando?

ㅡMe escuchaste. Recoge tus cosas antes de medio día y vete con esa atrocidad que haces llamar hijo.

La azabache se quedó ida por un instante al escuchar las palabras de quién llamaba madre, su respiración, pulso y corazón comenzaron a aumentar cuando el miedo y el pánico la atacó sin aviso.

ㅡ¿Por qué tengo que irme? ¡No pueden hacerme esto!

La risa de la anciana confundió a la pobre azabache. ㅡPara la familia Kang es una vergüenza tener que cargar con una mujer inservible; abriste las piernas a la primera y ahora tienes una carga de por vida que te condena, Sakura.

Las joven madre no pudo estar mantenerse más tiempo de pie por lo que fue cayendo lentamente hasta apoyar su espalda en la cama con su pequeño en brazos, su llanto había cesado pero el de su madre había comenzado como pequeñas lágrimas hasta convertirse en un desgarrador llanto, se sentía herida, humillada, inservible. El pequeño no entendía y lo único que podía hacer era darle besos en el rostro para obtener su atención.

Fue un helado veinticuatro de agosto a medio día cuando Sakura dejaba atrás no solo un apellido, sino también una vida cómoda para ella y su hijo, arriesgándose a comenzar una poco prometedora que no sabía si tendría algún momento estable.

Su primer opción fue buscar ayuda en familiares y amigos pero aquellos que le ofrecieron una sonrisa le dieron la espalda, le cerraron las puertas en la cara, dándole a entender que ahora el mundo estaba en su contra y que no lograría nada.

Así pasaron las noches en hoteles de bajo costo, utilizando sus ahorros para las necesidades del menor, como celebrar su cumpleaños el cinco de febrero con un pastel de chocolate muy pequeño.

El dinero se terminó y con el las cosas se iban yendo poco a poco.

Busan, 2019

Después de andar en diferentes calles y albergues, lograron instalarse en un barrio pobre en donde no les cobrarían nunca su estadía, ya que todos eran un igual; indigentes acompañados por la soledad.

En ese momento su pequeño ya tenía un año con diez meses, ¿fue una larga lucha todo ese tiempo? Por supuesto, batallaron de forma mental y física porque la sociedad era sumamente cruel con los que no tenían nada.

we are jaune ❀ yeongyuWhere stories live. Discover now