⭑ "Un ángel en el infierno"

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Su hermano, Orion, no se encontraba ahí, porque se suponía que había ido al baño. Pero, Amelie estaba segura de que se veía exactamente igual.

—¿De qué se ríe, señorita Rosier?—se burló Theo, bajándose las grandes gafas que le tapaban la vista.

—¿Por qué trajeron todo eso con ustedes?—sonrió.

Ella también compró muchas cosas interesantes, antes de venir. Como un par de saetas de fuego en miniatura que volaban de verdad, junto con muchas figuras coleccionables de sus jugadores favoritos. Pero, a diferencia de sus amigos, ella solo uso una simple bufanda, además, de su sudadera azul, que tenía cosida la bandera de Irlanda.

Aunque, ahora mismo, se arrepentía de no comprar más cosas luminosas. Podría ir por allí, presumiendo su gran brillo, de una manera muy literal.

—¿Por qué tú no trajiste nada, Amy?—replicó Blaise.

Ella se encogió de hombros.

—No quería llamar tanto la atención.

—Amelie, nuestra sola presencia llama la atención. Somos guapos—habló Robyn con burla, desde su lugar en el suelo.

Se echaron a reír, sin poder evitarlo.

Laurent a su lado, sonrió nostálgico, recordado la forma en su hija solía solo reírse de esa manera cuando estaba con sus amigos. Y ahora, aquello no había cambiando en absoluto.

—¡Amelie!—gritó la voz de su hermano.

Todos se giraron para mirarlo. Venía corriendo con un montón de...

—¡Omniculares!—exclamó con emoción, una vez estuvo frente a ellos.

Eran un artefacto bastante famoso en los mundiales, con el cual se puede volver a ver una jugada, analizarla en cámara lenta y hasta te ofrece un análisis del partido. Una cosa tremenda, si eres un gran fan del Quidditch.

Y ella lo era.

—¡Vaya! ¿Dónde conseguiste eso?—preguntó con un gran brillo en sus ojos.

—Me encontré a un vendedor afuera del baño, por eso me tarde—sonrió con orgullo—. Compre para todos. Él señor los estaba vendiendo a solo a diez galeones. ¿Genial, no?

—Es asombroso...

Orion procedió a darle uno a cada quien, incluso su padre obtuvo uno, aunque no parecía quererlo. Amelie se colgó el suyo en el cuello, con mucha felicidad.

Estuvieron un par de minutos más hablando entre ellos. Hasta que por fin, un hombre pequeño y calvo, apareció por la puerta para llamarlos. Se podía ver en su manera de hablar, que no era de aquí.

—¡Hola, Hola!—exclamó mirándolos a cada uno ellos, luego se giró hacia el hombre mayor—¡Ah, Señor Rosier! ¡Un gusto conocerlo!

Laurent se acercó hasta apretarle la mano. El hombre pequeño, que parecía de la misma estatura que Robyn, comenzó hablarle a su padre sobre cosas del ministerio. A ella realmente no le importaba, estaba más desesperada porque le mostrara el camino hacia los jugadores.

"WONDERWALL; Hermione Granger"Where stories live. Discover now