Capítulo 35: El maletín

437 32 110
                                    

T/n Hargreeves

Salimos de la academia y Five nos explica las siete fases de la psicosis paradojal según el Manual de la Comisión, capítulo 27, apartado 3B. Lo memoricé al vuelo porque, honestamente, Five no ha parado de parlotear sobre eso.

Luther y yo estamos inquietos, pero Five está de terco. Debo admitir que tengo un mal presentimiento, cosa rara en mí.

—Quizá no sea la mejor idea. —comenta Luther mientras nos acomodamos en el auto.

—Es una porquería, pero, ¿qué otra opción tenemos, Luther? —responde Five, aferrándose al volante.

—No lo sé, pero te veo un poco histérico, honestamente. —replica Luther, y no exagera.

—Oye, Luther... —interviene Five, girándose bruscamente hacia el asiento trasero. —Necesitaré tu ayuda para superar esta prueba. Necesito un guardián.

—¿Un guardián? —repite Luther confundido, y Five asiente con desesperación. —¿Entonces, seré tu cómplice?

—Si la psicosis paradojal se agudiza, necesito que me ayudes a cumplir mi tarea, ¿entendido? Y pase lo que pase, diga lo que diga, tenemos que llevarnos el maletín. —explica Five, mientras Luther trata de procesar todo.

—¿Y yo qué haré? —le pregunto, y Five dirige su mirada hacia mí.

—Siempre te necesitaré a mi lado; no necesariamente tendrás que hacer algo. —responde de manera extraña, y luego me planta un beso en la mejilla antes de acelerar el auto.

¿Debería preocuparme?

Después de unos minutos, llegamos al lugar: una cafetería que no parece ser el tipo de lugar al que los chicos de nuestra edad acuden. Luther y Five asoman sus cabezas detrás de una pared para echar un vistazo, y hago lo mismo.

—Bueno, ahí estoy. —dice Five.

Mis ojos se movían frenéticamente tratando de identificar a Five, y creo haberlo logrado. Definitivamente, no me veo a mí misma con más de 50 años. No quiero que las arrugas me atrapen como a Five, que aparenta tener 58. Viste un traje, muestra canas, tiene una melena más escasa, y se ha puesto una bonita bufanda azul.

—La edad te afectó demasiado; ahí no te ves de 58, sino de 70. —comenta Luther en voz baja.

—Quizás esta versión de mí ya está en la última fase. —responde Five, observando a su versión con desesperación, y... ¿estaba sudando ahora?

—¿Sigues decidida a estar con Five? Mira cómo se pondrá, tendrás que lidiar con un demente. Aunque, pensándolo bien, Five ya parece un anciano atrapado en el cuerpo de un niño —bromea Luther con sorna.

—Deja de molestarme —le susurro enojada.

La mirada de Five cae hacia el suelo, descubriendo el maletín. Su otra versión lo tiene, y eso lo hace sudar aún más; aparentemente, comienza a temblar.

Luther propuso robar el maletín y escapar, pero a Five le parece una estupidez.

—Está bien, hablaré con él —anuncia Five ajustándose el saco, pero Luther lo detiene.

—Lo mejor será que vaya yo, lo vas a asustar. Imagínate encontrarte de repente con tu otra versión —responde Luther.

—No soy tonto, Luther. Él... me refiero a mi yo mismo, sabe cosas. ¿Y si ya está al tanto de mí, de nuestro encuentro? —contesta Five, pero Luther lo ignora y se dirige hacia el otro Five.

Luther se aproxima hacia él, quien apenas alza la mirada desde su asiento. Antes de que Luther rompa el silencio, el Five anciano se adelanta.

—Pensé que se tomarían más tiempo. — comenta el otro Five, acomodándose en otra mesa y esperando a que Luther lo siga.

Te necesito más que a mi café || Five y T/nDonde viven las historias. Descúbrelo ahora