XV

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Hay una duda que me ha estado carcomiendo por dentro desde hace más o menos una semana. Una duda que no debería siquiera existir en primer lugar.

Cuando llego a mi casa de la escuela lo primero que hago—después de saludar a mami, claro está—es quitarme mis gomas y correr con los pies descalzos al cuarto de María Fernanda. Cuarto el cuál parece una boutique improvisada con tantas telas regadas en el suelo y el maniquí decapitado que tiene con el progreso de su Hanfu de quinceañera.

—¡Mafer! —Grito, intentando llamar su atención. Pero es inútil, sus audífonos evitan que escuche cualquier cosa— ¡María Fernanda Zhang Medina!

No, nada. Es entonces que arrojo una de mis gomas a sus pies, golpeando sin querer una de sus piernas. Ella reacciona de inmediato, pausa la música y me da una mirada de pocos amigos. Está dispuesta a regresarme el gesto. Se tambalea en una sola pierna mientras intenta quitarse una de sus cotizas y la lanza a mi dirección. Sin embargo, yo la esquivo.

Chasquea la lengua y regresa su atención al vestido. —¿Qué queréis?

—¿Ahora no puedo entrar al cuarto de mi hermanita querida sin querer algo? —Pregunto retóricamente mientras me adentro más a su habitación.

Hay varios pósters de diferentes cosas. Reconozco uno de Tokyo Hotel y uno de Scott Pilgrim los dos junto al otro. Retazos de revistas, Polaroids con sus amigas, y una estantería con distintos libros. La saga de Los Juegos Del Hambre, la de Percy Jackson y la de Dune están ahí. Los cómics de Sandman, el manga de Jojo's y varias Zines hechas ya sea por ella o por sus amigas. Agarro una de ellas que habla sobre la moda gótica en Japón y me recuesto en su cama fingiendo leer.

—Si no me decís qué queréis te voy a clavar un alfiler en el ojo. —Amenazó.

Yo me encogí de hombros. —Hacelo.

Mafer suspiró y pausó su trabajo. Clavó la aguja en una bolita hecha con calcetines que tenía para las agujas y se recostó junto a mí a revisar la Zine. Estaba decorada muy linda con fotos de revistas dosmileras que ilustraban las migajas de la moda gótica de los ochentas o los noventas. Junto con una caligrafía variada y la manera en la que estaba escrita la información hacía notar la pasión que le tiene el autor a ese tema.

—¿Desde cuándo te gusta la moda gótica? —Pregunta Mafer.

—Todo el mundo sabe que soy un gótico honorario.

—Claro. —Responde con sarcasmo—. El vocalista de Malice Mizer, te llaman a vos.

—Malice Mizer es Visual Kei. —Corrijo—. Lo dicen en esta Zine.

—El Visual Kei tiene muchos elementos góticos. Eso también lo dice la Zine.

Sonrío y vuelvo a centrarme en la pequeña revista en mis manos. A decir verdad, estaba bastante nervioso por contarle a Mafer su nuevo descubrimiento. Pero como están yendo las cosas, está bastante calmado.

Al ver que no hablo más, Mafer se levanta y suspira. Revisa unas telas que tiene en una cajón y las va probando con el maniquí. Aparentemente—o así asumo—es para elegir de qué color quiere la parte de arriba del Hanfu.

Después de un rato (unos cinco minutos o más) decido hablar.

—Mafer.

—Diga.

—¿Qué tan altas son las posibilidades de que me guste un hombre?

María Fernanda para en seco lo que está haciendo pero no voltea a mirarme, no de inmediato.

—¿Por qué la pregunta?

Me encojo de hombros. Coño, el nerviosismo que no había sentido me estaba atacando de repente. Carraspeo para así evitar tartamudear.

El Diablo Where stories live. Discover now